Por: Sarrió Arnandis, Clotilde
Psicoterapeuta Gestaltico - Madrid España
Es frecuente iniciar una sesión de terapia
preguntándole al paciente cómo se siente y que éste, rápidamente, responda con
un «bien» convencional, estándar e involuntario que muy pocas veces reflejará
su verdadero estado anímico, pues so siempre somos conscientes, no ya de cómo
nos sentimos sino de las sensaciones y emociones que pueden estar haciéndonos
sufrir.
¿Qué son las emociones? Cómo explorar y
descubrir las emociones
Es un hecho que el ser humano,
aunque hable con frecuencia de las emociones e incluso de sus propias
emociones, no sea consciente en la
mayoría de las ocasiones de que las siente o
de que éstas repercuten en su estado anímico y en su vida de relación.
Las emociones son
ciertas reacciones de índole tanto psicológico como fisiológico, que plasman la
adaptación del individuo ante ciertos estímulos (recuerdos significativos,
vivencia de un suceso, percepción de lugares, objetos o personas).
Psicológicamente, las emociones influyen en la atención y en las respuestas del
individuo, así como también, fisiológicamente, modulan una batería de
respuestas biológicas que van desde el lenguaje verbal y no verbal hasta
manifestaciones del sistema nervioso autónomo como la frecuencia cardíaca y
respiratoria, la salivación, la contracción de los músculos de fibra lisa
(digestivos, urinarios, respiratorios), la sudoración, la dilatación de las
pupilas o la rubefacción facial entre muchas otras respuestas de nuestro
organismo.
Desde una perspectiva conductual, las emociones
establecen en cada momento nuestro posicionamiento ante el entorno, y provocan
en el individuo respuestas de aproximación o de alejamiento ante ciertas
personas o situaciones. En estas respuestas, además de las características
individuales definitorias de cada persona, influirá la educación que se haya
recibido así como el ámbito sociocultural del grupo donde cada cual se
desarrolla desde el nacimiento hasta la adultez.
Diferencias entre emociones y sentimientos
Aunque, por su similitud, las emociones y los
sentimientos suelen ser confundidos y utilizados como dos términos conceptuales
indistintos, hay ciertas diferencias que los identifican.
- Los sentimientos son un estado de ánimo de índole afectivo, por lo general de larga duración, que surge a partir de las emociones experimentadas como consecuencia de nuestra vida de relación. Aunque en lenguaje coloquial utilicemos la palabra sentimiento para expresar ciertas experiencias sensoriales subjetivas, en el ámbito de la psicología, dicho término se aplica a aquellas experiencias subjetivas (como amor, celos, dolor o sufrimiento ) que son fruto de las emociones.
- Las emociones son expresiones de tipo psicológico, fisiológico, biológico o también consecuencia de estados mentales consecuencia de la adaptación del individuo a los estímulos procedentes del exterior (seres, objetos, situaciones).
Generalmente, las emociones son causadas por la
liberación de ciertas hormonas y neurotransmisores (dopamina, serotonina,
noradrenalina, cortisol y oxitocina) que luego convierten las emociones en sentimientos. Es
decir, es el cerebro quien se encarga de convertir las hormonas y
neurotransmisores en sentimientos.
Las emociones tienen una carga de intensidad muy
superior a los sentimientos, duran menos tiempo que éstos y tienen la misión de
incitar a que el individuo actúe. Como ejemplo de emociones podemos citar
la alegría, la tristeza, la felicidad, la sorpresa, la ira, el miedo, el asco o el asombro.
En Terapia Gestalt y
siguiendo a Jean Marie Robine, la emoción se contempla como el punto de partida de
toda experiencia que acaba manifestándose en forma
de sensación física o corporal.
Tres diferencias básicas entre sentimientos
y emociones
- Los sentimientos duran más que las emociones, pero son menos intensos que estas.
- Los sentimientos son consecuencia de las emociones.
- Los sentimientos son la valoración que conscientemente hacemos de nuestras emociones, mientras que éstas son reacciones fisiológicas y psicológicas que surgen como consecuencia de ciertos estímulos.
No es lo mismo sentir que pensar
“No podemos amar si no podemos sentir,
expresar dolor y rabia o bajar la guardia, del mismo modo que no podemos decir
un sí rotundo si no somos capaces de decir igualmente un no de todo corazón”
(Michael Vincent Miller)
Consideremos que una represión constante y
reiterada de las emociones (y por ende de los sentimientos por ellas generados)
será causa frecuente de diversos conflictos emocionales.
Las sensaciones y
las emociones son elementos
fundamentales de una serie de conflictos que
pueden hacernos sufrir y que no solucionaremos si no sabemos
como hacer frente a las sensaciones y las emociones que les son inherentes.
En ciertas técnicas de
psicoterapia, muchas veces se interviene en base a los pensamientos
y a la acción aunque prescindiendo de qué es lo que el individuo siente, o
bien, en el caso de que los sentimientos sean contemplados, se haga sólo con la
finalidad de poder controlarlos. Estas técnicas, a la larga, suelen ser
ineficaces ya que no trabajan con la comprensión de las causas
emocionales generadoras del problema que origina el sufrimiento.
Resulta frecuente en la práctica psicoterapéutica
que a los pacientes les cueste expresar como son sus emociones (tanto la
alegría como la tristeza, el miedo…) y que las localicen en lugares
convencionales como en el corazón o en el alma, cuando lo cierto es que las emociones y los sentimientos sólo se sienten en el cuerpo y no
se piensan ya que, si así sucediera, serían pensamientos pero
no emociones ni tampoco sentimientos.
Aprender a identificar las sensaciones
Consideremos las siguientes premisas:
- No es necesario el conocimiento intelectual de lo qué es una emoción para tener la capacidad de sentirla
- Emociones y sentimientos diferentes son muchas veces denominados con idénticas palabras por distintas personas (es frecuente que esto suceda cuando un paciente trata de explicarnos su ansiedad).
- Para conocer, descubrir, explorar y redescubrir las emociones, no es necesario pensar sino sólo sentir.
- Serán sensaciones todo aquello que se siente y su verdadera esencia la hallaremos en lo que sentimos cuando prestamos atención a nuestro cuespo y no a las palabras (dolor, quemazón, frío…) que empleamos para explicar a los demás lo que sentimos.
- Las sensaciones siempre están presentes en nosotros aunque no seamos conscientes de ellas por no prestarles atención (por ejemplo, no ser consciente en este preciso momento de lo que se siente en el dedo meñique de nuestro pie derecho).
Un buen principio para tomar consciencia de las propias sensaciones y emociones es
ejercitarse en la observación de las señales físicas que nos
envía nuestro cuerpo, es decir, las sensaciones corporales.
Probemos como ejemplo a sentir ese dedo meñique al que acabamos de hacer
referencia hasta que seamos capaces de ser conscientes de su existencia.
Conforme se adquiere destreza en prestar atención
o “darse cuenta”, las sensaciones van aumentando en intensidad. Pero,
consideremos que también se intensifican las sensaciones cuando hay un estímulo
intenso (por ejemplo una herida en el dedo del pié) que envía señales de
malestar o dolor. En estos casos, sucede que a una persona entrenada en la
identificación de sus sensaciones le será mucho más fácil controlarlas e
incluso soportar mejor el dolor si previamente se ha adquirido la habilidad de
saber rechazar las sensaciones desagradables.
Sensaciones corporales, emociones y
pensamientos
Diferentes variedades de sensaciones en diferentes
partes del cuerpo humano pueden ser interpretadas con diferentes respuestas
emocionales por un individuo en una determinada situación.
En estas ocasiones, las sensaciones corporales estarán expresando emociones, y tendrán una estrecha relación con los
pensamientos, de tal modo que un pensamiento que evoque un recuerdo
desagradable podrá ocasionar sensaciones desagradables. Y también a la inversa,
ciertas sensaciones desagradables a las que prestemos una excesiva atención,
podrán predisponernos a pensamientos desagradables.
Si se ejercitan las habilidades necesarias para
conocer los mensajes que nos envía nuestro propio cuerpo, le prestamos atención
y aprendemos a autoexplorarnos sin rechazar lo que nos ocurre, será
posible comprender cada vez mejor a nuestro cuerpo y
aquello que descubramos será más fácil de asumir así como más improbable que
nos genere pensamientos que nos hagan sufrir.
Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt
Valencia
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