domingo, 4 de septiembre de 2016

Homosexualidad, vergüenza y riesgo

Homosexualidad, vergüenza y riesgo

“Dedico este artículo a los miles de adolescentes homosexuales, bisexuales y transgéneros que se suicidaron a causa de su propia sexualidad”

Antes de abordar el tema, quisiera sentar algunos conceptos que se prestan a diversas interpretaciones: Entiendo por homosexualidad: una conducta que consiste en tener relaciones sexuales con alguien del mismo sexo; por ejemplo, un varón con otro varón. (Como dato informativo cabe señalar que la homosexualidad ha sido retirada en el año 1973 de los estándares de psicopatología).
Lic. Guillermo Leone
Psicólogo - Psicoterapeuta Gestaltico
Bueños Aires
Tratándose sólo de una conducta, entre las numerosas que un individuo puede ejercer, ésta no define a la totalidad de la persona, ni da cuenta de su identidad o de sus afectos.
Homosexual sería entonces aquella persona que tiene conductas predominantemente homosexuales; y, en el caso de que esta persona comience a configurar la percepción de sí misma/o y su proyecto de vida en torno de esta conducta y sea capaz de trascender la esfera conductual-sexual incorporando la dimensión emocional-afectiva, entonces hablamos de ser gay o de ser lesbiana, y esto sí conlleva una identidad.

Un particular campo individuo-ambiente.

Desde pequeños recibimos información que va conformando nuestro sistema de creencias, nuestros valores, la forma en que interpretamos el mundo que nos rodea y también cómo nos percibimos cómo nos significamos y/o valoramos a nosotros mismos. Aprendemos que algunas conductas se consideran “buenas” (aceptables para la sociedad) y otras “malas” (rechazables). Toda sociedad instrumenta sistemas de disuasión para evitar que hagamos aquello que desaprueba. Estos sistemas disuasivos pueden ser de dos tipos: externos o internos. Como sistemas externos están las leyes, los castigos como por ejemplo la agresión, la discriminación, restricciones de diversa índole y otras formas de violencia y/o sanción social. Los sistemas internos (de auto restricción) son, por excelencia, la culpa y la vergüenza. Éstos últimos requieren para su puesta a punto que el medio -la sociedad- inocule tempranamente al sujeto algunas creencias y/o ideologías que habrán de operar como antagonizadores internos de deseos que los orienten hacia objetivos socialmente rechazados.

La vergüenza, al decir de Robert G. Lee , opera en el ámbito relacional como un regulador de las interacciones sociales. En este sentido disuade a las personas de accionar de modo que perjudiquen sus inserciones sociales, ó, dicho de otro modo: evitar aquello que pudiera provocar rechazo. Lee concluye, siguiendo algunos postulados de Tomkins sobre la vergüenza que: (en su variante del pudor) es una fuerza retroflectiva natural cuya función es la protección; retrae para preservar algunas áreas como la amistad, el amor, el sexo, la espiritualidad, proveyendo una pantalla protectora para el permanente proceso de integración del sí mismo y de la personalidad (Schneider 1987). En este sentido, como bien dice Lee: “la naturaleza de la vergüenza es la de esconderse”.

Esta misma vergüenza que intenta preservar las zonas más sensibles de la vida afectiva se presenta en personas homosexuales como dificultad para dar a conocer la propia orientación sexual o cuando es des-cubierta o expuesta por fuerza dicha condición sexual. Por ende la vergüenza, en un principio al servicio de preservar los vínculos, los socava cuando es llevada al extremo, creando un circuito vicioso y nocivo:
Vergüenza → Aislamiento como protección → Pérdida de soporte externo → Incremento de la vergüenza → Mayor aislamiento → Vuelve a comenzar…

Nuestra cultura califica a la homosexualidad como defecto, alteración, enfermedad, perversión, etc. y en consecuencia quien es homosexual siente el impulso de retraerse para ocultar ese aspecto de su ser con un doble propósito: preservar su propia integridad (aún hay países en los que se trata de un delito castigado incluso con la muerte) y para preservar los lazos sociales que proveen el soporte externo necesario para la experiencia vital. Sin embargo es imposible ocultarse de sí mismo. La orientación de la percepción de todo organismo puede ser hacia adentro (hacia sí mismo), hacia afuera (ambiente), o en la zona de frontera donde se despliega el contacto; y en este sentido no importa cual sea la orientación, siempre se encontrará con una oposición o rechazo: la homofobia introyectada, la homofobia externa, o la concurrencia de ambas.

El campo en el que desarrolla su experiencia una persona homosexual al ser comparado con la experiencia heterosexual presenta riesgos y recursos claramente diferenciados para uno y otro, los cuales no enumeraré en esta nota pero baste pensar en las leyes (reflejo de los valores de una cultura) que consideran este tipo de unión. En síntesis el soporte ofrecido por el ambiente es mucho menor para una persona homosexual. Esto repercute de manera decisiva en el desarrollo y afirmación de una identidad positiva o concepto positivo de sí mismo, y consecuentemente en su grado de bienestar.
La homosexualidad es usualmente combatida y en el mejor de los casos es “tolerada”, pero difícilmente escucharemos que sea apoyada, respetada o reivindicada como no se trate de personas ellas mismas homosexuales. La discriminación, el rechazo, la marginación, la invisibilización y otras formas de violencia dan cuenta, junto con la vergüenza, de que la sociedad persiste en disuadir al homosexual de aceptar sus sentimientos y de actuar en concordancia con los mismos. Todo esto suele provocar estados disociativos -eventualmente serios- a causa de la ruptura obligada entre el sentir y el actuar.

Otra posibilidad es que la prohibición de actuar de acuerdo con los sentimientos sea entendida como una coacción a NO SER. Los adolescentes gays y lesbianas, según estudios realizados en Canadá, Australia, Francia y E.E.U.U. están desde seis hasta catorce veces más expuestos a intentar el suicidio que los adolescentes heterosexuales. Siguiendo el patrón de “mejor muerto que homosexual” alrededor de la mitad de los jóvenes que intenta el suicidio suele hacerlo por motivos relacionados con su sexualidad.

En las consultas de adolescentes y jóvenes homosexuales se presentan sensaciones de inadecuación, de falta de sentido, confusión en la identidad de género; pánico frente al posible rechazo, miedo a la anormalidad, soledad, y otras que evidencian falta de apoyo externo o temor a dicha falta. Las estadísticas de suicidio suelen englobar estos casos bajo el diagnóstico de “depresión” y en consecuencia encubren los verdaderos móviles que llevan a estos adolescentes a la muerte. Hay profesionales cuya dificultad para aceptar a un ser humano que siente diferente, sumada a su propia inseguridad les lleva a tomar como único parámetro válido la propia sexualidad. En consecuencia descuidan o maltratan a estos jóvenes instándolos a hacer modificaciones en su orientación sexual, las que sólo son posibles en un nivel consciente – volitivo (conductas, comportamiento) y no en el nivel emocional-afectivo (sentimientos). Estos jóvenes, deseosos de ser aceptados, ciertamente harán su mejor esfuerzo por ello. Sin embargo, intentar cambiar la orientación sexual de alguien no es más que una forma más de discriminación, con consecuencias que pueden ir desde un aumento en los sentimientos de vergüenza, inadecuación y fracaso, hasta estados disociativos eventualmente severos como paranoias, situaciones de riesgo y descuido y/o auto agresión, automutilación. Es muy alto el riesgo a que se encuentran expuestos los adolescentes signados tempranamente como blanco de agresiones en la escuela, en sus barrios o en su propia casa; faltos del apoyo con que otros adolescentes cuentan y sometidos a una cuota adicional de stress que muchas veces los excede. La mayor parte de ellos no ha tenido acceso a información adecuada sobre su propia sexualidad y han sido expuestos a situaciones embarazosas, bromas, abusos diversos o chistes degradantes. Los adolescentes homosexuales presentan una estadística de haber padecido algún tipo de abuso infantil (psicológico, físico o sexual) que excede el ochenta por ciento. Muchos jóvenes homosexuales que crecen en ambientes homofóbicos y padecen el trauma cotidiano de escuchar frases despectivas respecto de su propia sexualidad, suelen ver el suicidio o el abuso de sustancias como una salida posible a ese dolor, y se encuentran mucho más predispuestos a trastornos mentales que quienes crecen en un ambiente con soporte externo.

Las opciones que se presentan a una persona homosexual son dos: o niega parte de su ser (sabemos que quien desoiga su propio deseo no tendrá chance alguna de sentirse pleno y encontrar felicidad); o enfrenta la vergüenza de ser quien es y la consecuente “amenaza de exilio”; asimismo, por este camino la vergüenza y la homofobia internalizada, (introyecto homofóbico) pueden llevarlo al propio descuido (auto agresión, sexo desprotegido, etc.) incluso a la muerte. Rechazar lo que alguien siente a fin de ser aceptado lo condenará a vivir una mentira en la que quizás, si eventualmente forma una familia, involucre a otras personas acarreándose mayor culpa y muchas veces dolor también a otros.

La respuesta que muchos suelen dar a este panorama es crear un “personaje” para el afuera y vivir a escondidas su verdadero ser; con lo que esto representa en cuanto al stress de mantener oculta la verdad y de sostener públicamente una mentira perdiendo al posibilidad de compartir lo más significativo que ofrece la vida: el universo afectivo. Sus vínculos serán entonces limitados, ya que una parte importante de su vida estará escondida.

El desafío, para alguien homosexual que desee advenir persona y apropiarse como tal de su derecho a la felicidad, será desarrollar resiliencia (en psicología es la capacidad salir fortalecido de eventos traumáticos) frente a las diversas formas de rechazo y/o de maltrato; y junto con esto deberá atravesar la vergüenza. Esto sólo se consigue transitando un complejo proceso de reatribuciones al que denominamos “coming out” o “salir del armario”. Será esta una condición sine-qua-non para quien desee trascender el mero acto sexual y desarrollar una “identidad positiva” que integre su deseo y sus afectos adecuando a ellos su accionar; en términos gestálticos hacerse responsable de lo que siente, inaugurando así la dignificación de sus sentimientos; su posibilidad de ser feliz y nada menos que su ser persona (y ya no objeto).

Dice Perls: “No soy responsable de lo que siento, si lo soy de lo que hago con ello…”

Muchas personas hablan de “elección homosexual”. La homosexualidad no es en modo alguno una elección, no podemos elegir lo que sentimos. ¿En algún momento de la vida nos hemos planteado si elegir como pareja un hombre o una mujer?. Simplemente el propio deseo emerge como figura generalmente clara y tomamos cuenta de éste o lo ignoramos. ¿Quién sería tan torpe para elegir algo que sabe, a priori, que ha de acarrear rechazo, desagrado, temor, pena, odio, maltrato, prejuicios… en resumidas cuentas: una masiva pérdida de soporte externo.

Para concluir citaré al Doctor R. Duranti (NX Dossier 2003):

Aquellos que no pueden ver su sexualidad positivamente y viven su homosexualidad como algo clandestino, quedan confinados al sexo marginal que no tiene nada que ver con practicar sexo en un cine porno, un sauna o un baño público, sino con la imposibilidad de optar. Deben buscar sexo donde puedan sostener ese lugar anónimo que los reduce a ser objetos del deseo ajeno, que les cierra la opción de cuidarse. Y este cuidado no empieza por usar preservativo, sino mucho antes, con la adquisición de una identidad sexual que los ubique en el lugar de sujetos (…)
Doctor R. Duranti

El deseo no dejará de existir, y quien lo experimente no dejará de ser quien es, aunque en verdad ni siquiera sepa quién es por estar en desconexión con su deseo. Lo que puede ocurrir es que se confine o niegue ese deseo, no sólo perdiendo la posibilidad de hallar satisfacción y condenándose a ser una persona frustrada e incompleta, sino también perdiendo su posibilidad de pararse ante sí mismo con un sentido de dignidad, de integridad y de respeto por sí mismo, situación en la cual ser feliz sería utópico.

Lic. Guillermo Leone

Referencias
1. “The Voice of Shame” R.G. Lee y Gordon Wheeler; Jossey-Bass Publishers; San Francisco 1996.
2. Por definición homofobia es el rechazo de los sentimientos, y conductas homosexuales que se expresa a través de sentimientos negativos, actitudes y conductas dirigidos en contra de las personas homosexuales (Weinberg, 1972; DeCecco, 1984).
3. Fuentes: Mouvement des Homosexuels pour le Changement, Québec; Estudio realizado en Calgary (C. Bagiey et R Tremblay – 1997).

Bibliografía recomendada en castellano
Bibliografía
“Gays y Lesbianas” Ana Lia Kornblit La Colmena
”Una historia natural de la homosexualidad” Mondimore, F. Mark; Paidós Ediciones
“La Homosexualidad en el Niño y en el Adolescente”: Lebovici – Freisler; Nueva Vision
“Reflexiones sobre la cuestión gay”; Eribon Didier; ANAGRAMA S.A. (España)
“Una Moral de lo minoritario” Didier Eribon Ed. Anagrama 2004
“El genero en Disputa”. Judith Butler Ed. Paidós. 2001
“Homos” Leo Bersani Ed. Manantial 1996
“Cómo se vive la homosexualidad y el Lesbianismo”Sonia Soriano Rubio; Amarú, Salamanca 1999
“Sexualidad, género y roles sexuales”. Navarro M., Stimpson C. Fdo. de cultura económica, 1999
“Contacto y relación en psicoterapia” J. M. Robine Ed. Cuatro vientos 1999
“Sistemas organizados por traumas” Arnon Bentovin Ed. Piados 2000
Bibliografía en Inglés
“Acts of Disclosure: The Coming-Out Process of Contemporary Gay Men” by Marc E. Vargo (Paperback – May 1998)
“Coming out as Parents: you and your homosexual child” David K. Switzer Westminister John Knox Press 1996
“Imitation and Gender Subordination. In Inside/Out Lesbian Theories, Gay Theories”. Butler, J. (1991) Ed. Fuss, D. Routledge, New York
“My child is gay: how parents react when they hear the news” Bryce Mc Dougall allen; Unwin Australia – 1998
“Death By denial” studies of suicide in gay and lesbian teenagers” Gary remafedy Alyson Publications, Boston, 1994
“Straight parents, gay children” Robert a Bernstein, Thunder’s mouth press NY, USA, 2003
“The voice of shame” G. Lee; G. Wheeler Ed. Jossey Bash 1996
“Beyond Individualism G. Wheeler Ed. Jossey Bash 2000 En castellano: “Verguenza y soledad: el legado del individualismo ed. cuatro vientos 2004”
“Contact and relationship in a field perspective” Gestalt therapy international network Ed. l’experimerie 2001

TOMADO DE:http://agba.org.ar.am70.mesi.com.ar/homosexualidad-verguenza-y-riesgo/

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