viernes, 12 de agosto de 2016

Estrategias de trabajo gestáltico de sueños

  • Arturo Ettiane- Psicoterapeuta Gestaltico
  • Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt de Querétaro

Hago una revisión de seis estrategias generales para el trabajo gestáltico de sueños con ejemplos y algunas sugerencias sobre su elección.

Introducción
A lo largo de 20 años de trabajar con sueños y de vivenciar diferentes formas de trabajar mis propios sueños con terapeutas tales como Myriam Muñoz Polit, Fernando García Licea, Martha Preciado, Martha Suárez, Leticia Peña, Paolo Quatrini, me parece que el común denominador de todos es el propósito de incrementar el darse cuenta del soñante, integrar aspectos no considerados de su vida, facilitándole la expresión de sentimientos y necesidades alienados. De ahí en fuera, los estilos y estrategias varían considerablemente. Este es un intento por sintetizar seis formas generales de trabajar los sueños desde el enfoque Gestalt que a mi me han resultado muy efectivas tanto en grupos de sensibilización como en sesiones terapéuticas. No es una lista exhaustiva ya que autores como Ginger ofrecen hasta diez formas diferentes de trabajar los sueños. Para los propósitos de este artículo distinguiremos  seis posibilidades de trabajo:

1. El Modelo proyectivo
2. El Modelo psicodramático
3. El Modelo estructural/simbólico
4. El Modelo relacional
5. El Modelo deconstructivo
6. El Modelo “Tai-Chi”

El Modelo proyectivo: Supone que cada elemento del sueño es una proyección del soñante y su propósito es reintegrar las partes alienadas de éste, representadas en dichos elementos. El énfasis está puesto en la identificación con cada elemento, su vivenciación y, posteriormente, la extrapolación a la vida del soñante. El papel del grupo es variable, generalmente corresponde al trabajo individual en grupo. El rol más frecuentemente desempeñado por el resto de los participantes es el de espectador y participan sólo hasta que termina el trabajo, reportando lo que sintieron y expresándole al soñante algún comentario. El proceso general de este tipo de intervención se muestra a continuación


Etapas del trabajo de sueño
I.             Pre-trabajo: Relativa a la relación con el paciente en la situación donde se va a realizar el trabajo (individual o en grupo). Es una especie de sondeo que puede guiarse de esta manera:
· ¿Cómo se siente el soñante de contar su sueño?
· ¿Qué lo lleva a narrarlo en esta situación?
· Si reporta que hay mucha tensión, hay que sondear  las fantasías que se ha hecho  acerca del trabajo de sueños.
· Verificar si hay expectativas y darles  principio de realidad.
· Si reporta que hay vergüenza…trabajar la exposición ante el terapeuta (y ante el grupo si es que se trabaja en presencia de otros)
· Verificar si está en psicoterapia o tiene algún problema de salud.
II.           Trabajo
1. Contar el sueño. Podría considerarse como la etapa inicial del trabajo de sueño.
· El paciente narra su sueño y aquí el trabajo del terapeuta es determinar qué le va pasando cuando lo oye: qué sentimientos emergen en él y qué imágenes. Esto es muy importante para empatizar con la persona y su sueño. Es crucial atender la fenomenología del soñante durante su narrativa a lo largo de todas las etapas del procedimiento.
· A veces se puede hacer un trabajo a partir de esta etapa en la que se “extrae la metáfora” general del sueño, se le refleja al soñante y se le pregunta en qué se parece a su vida. Esto puede ser suficiente para evidenciar los temas a trabajar sin tener que continuar con todo el procedimiento. No hay que olvidar que lo más importante es trabajar “con lo que está”…y a veces contar el sueño es el pretexto para tocar el verdadero asunto.
2. Contar el sueño en primera persona
· La clave de esta etapa es que lo cuente en primera persona y en tiempo presente con el objeto de que el soñante vaya “asumiendo” su propio sueño, es decir, que deje de percibirlo como algo “externo” y lo narre desde su autoría. Esto normalmente facilita o evoca las emociones subyacentes del sueño y las pone en el “aquí y el ahora”.  El tono emocional, que viene siendo el “color” del sueño es lo más importante y permite determinar la “estructura” del mismo. Finalmente el contenido es secundario. Hay sueños con diferente historia y el mismo tono emocional. Por ejemplo, entre soñar que pierdes el avión y tocar una puerta sin que te contesten, la constante es la frustración y es esta donde hay que poner énfasis.
· Si el soñante tiene dificultad para hacer esto es importante frustrar la evasión y ayudarlo con sugerencias correctivas “estoy frente a él en el lago” en vez de “él estaba enfrente de mi en el lago. Ayuda también que le hagamos preguntas contextualizadoras como por ejemplo: ¿El lago estaba a la izquierda o a la derecha de la cabaña?
3. Actuar los elementos del sueño
· Una forma de facilitarle tal identificación es proponerle que asuma la posición física del elemento (persona, animal u objeto). Luego pedirle que se describa a sí mismo físicamente…casi siempre pasa a los aspectos psicológicos de manera natural, pero si no lo hiciera entonces hay que hacerle preguntas tales como: ¿Cuál es tu función en este lugar? ¿Cómo te sientes siendo….y viviendo…? ¿Qué necesitas? ¿Cómo podrías satisfacer tu necesidad?
· Lo más importante aquí es que el facilitador empatice “con el elemento” y desde ahí lo entreviste. Hay que tener cuidado de que no se establezca un interrogatorio policial. La calidad de la relación con este aspecto del soñante es fundamental.
· Además de entrevistarlo, es recomendable que lo ponga a interactuar con otros elementos del sueño, sobre todo con los polares: el perseguido y el persecutor, la víctima y el villano, el niño y el anciano, etc. Ponerlo en la vida del soñante
· Todo este ejercicio tiene como propósito  facilitarle al soñante tanto que recupere sus proyecciones, como que deshaga las retroflexiones e incluso avance y ensaye una respuesta diferente (ajuste creativo) en torno a las problemáticas de su vida cotidiana. Si no aterriza en sus asuntos personales, el trabajo pierde sentido. De aquí que, a partir de la resonancia emocional que observemos durante esta etapa, es importante que le preguntemos cosas como: ¿Qué te dice esto de tu vida? ¿En qué te pareces a este elemento?
· Es muy factible que en la etapa anterior y en esta aparezcan asuntos inconclusos que hay que trabajar en una especie de paréntesis, para luego regresar al sueño. A veces, sólo son  insights (darse cuenta súbitos), en otras son asimilaciones de la experiencia más lentas y menos “aparatosas”. Las intervenciones que  deriven de esto pueden llevarnos a otros tipos de trabajo como son: polaridades, introyectos, etc.
4. Cierre
 · Normalmente después de trabajar uno o más segmentos del sueño y cuando apreciamos que la persona ha logrado avances significativos en sus ajustes, es importante que cerremos con intervenciones tales como: ¿Qué mensaje te da finalmente tu sueño? ¿Qué puedes integrar a tu vida de cada uno de los elementos trabajados?  
III.         Post-trabajo
Constituye el seguimiento de los efectos del trabajo.
· A veces el soñante puede tener somatizaciones, inquietud, insights en cascada… durante los días posteriores al trabajo. Si no es nuestro paciente es recomendable que nos mantenga informado de su proceso.
El Modelo psicodramático va más allá y considera que el sueño es además de una proyección, una retroflexión por lo que la vivenciación teatralizada es más efectiva. Aunque en el modelo proyectivo muchos autores emplean la dramatización, cabe distinguir que lo hacen desde el propósito de que el soñante recupere  la proyección. En el psicodramático, tal y como lo propongo aquí, el sueño refleja el sistema de relaciones que tiene el individuo con su entorno (social y físico) y la dramatización la hace evidente. Tiene la enorme ventaja que todos los elementos pueden ser representados simultáneamente, lo cual permite una visión más holística, menos fragmentada, del patrón de relación del soñante con su entorno. Una intervención de esta naturaleza permite a veces reconfigurar incluso paradigmas de vida. A diferencia del proyectivo, la participación del grupo es crucial y mi impresión es que se logra una mayor intimidad entre los miembros y hay un impacto radial que incluye propositivamente a todos, no sólo al soñante. Es el modelo más incluyente. Con algunas variantes, el procedimiento general consta de los siguientes pasos:
1) Se cuenta el sueño (puede o no hacerlo en primera persona)
2) Se le pide al soñante que elija compañeros de entre el grupo para que representen su sueño tal y como lo recuerda aquí y ahora. El dirige la puesta del sueño hasta que ya considera que es lo más aproximado.
3) Se le induce a que lo vea y reporte lo que siente y recuerde.
4) Se le solicita que represente al elemento que más le inquiete. (a veces puede ser él mismo, a veces no; también se le puede hacer la solicitud directa: “Conviértete en el  personaje X”)
5) Se procesa su experiencia con la representación de cada uno de los personajes (no tienen que ser todos, a veces uno o dos bastan para que se llegue a una  problemática importante).6) Se cierra procesando el sueño como un todo, puesto en la vida de la persona. Se facilita el que encuentre relaciones, similitudes, significados. (Con frecuencia lo que  más le impacta no es lo que puede verbalizar sino lo vivido a nivel de awareness).
El Modelo estructural/simbólico: Muy propicio para trabajar con el soñante en ausencia de un grupo o cuando el grupo es de reciente creación y no hay mucha disposición a participar. Al igual que en el modelo anterior, el énfasis está en la estructura del sueño y se concretiza a través de objetos o cojines donde el soñante vuelve espacial dicha estructura, al ubicar cada uno de los elementos oníricos en distancias y posiciones significativas. Por supuesto, las primeras etapas de este tipo de intervención son similares a las del modelo proyectivo, en el sentido de contar el sueño en tiempo presente y en primera persona. Posteriormente se le invita a que observe como están configurados los elementos y que disponga de un momento para meditar sobre la posible relevancia que pudiera tener esto en su vida. Luego se le pide que represente cada elemento, dentro de la estructura onírica/espacial. La entrevista  debe ir encaminada a que el elemento en cuestión exprese lo que le pasa en relación a los otros elementos. El cierre se puede hacer pidiéndole que sintetice el significado del sueño como un todo en una frase. Este modelo da buenos resultados cuando en la  producción onírica aparecen los miembros de una familia o cualquier otro grupo importante.
En cierta ocasión trabajé un sueño de tipo “estampa” en el que  no había movimiento: los cinco participantes aparecían estáticos en una sola escena. Eran los padres, el marido, uno de los hermanos y la soñante. Generalmente cuando en un sueño aparecen los familiares, emerge el sistema de relaciones, no sólo es una proyección, ni una retroflexión. Bajo este supuesto, entonces se utiliza una estrategia que lo ponga en evidencia ante los ojos del soñante. En el caso que comento utilicé cojines que el soñante utilizó para ubicar cada uno de los personajes. La experiencia me informa que la proximidad o distancia entre los mismos revela sus nexos, alianzas o conflictos de la vida real. Al tener una visión de conjunto del sueño, más espacial, el soñante empieza a tener movilizaciones emocionales importantes que debe ir expresando momento a momento. La siguiente etapa fue ubicar a la soñante en cada uno de los cojines y ayudarlo a expresar desde cada personaje sus sentimientos y necesidades con la ayuda de un interrogatorio mesurado y respetuoso. Recuerdo que fue un trabajo muy intenso y prolongado. Duró dos horas y la soñante se enfrentó a una dura verdad: la familia feliz que ella se había fabricado no existía. En lugar de ello observó con toda claridad la hostilidad entre sus padres, la desrresponsabilización de su hermano,  el cansancio de su pareja y asumió el dolor que todo esto le causaba.
El Modelo relacional, derivado  de Isadore From (en Ginger & Ginger, 1993), supone que la persona cuenta su sueño a alguien en particular por un propósito especial. Si es el terapeuta, el sueño es una retroflexión que tiene que ver con la relación entre ambos, con la situación terapéutica misma y se busca evidenciarla y ponerla al servicio del proceso terapéutico. From indica que esto es válido cuando el sueño ocurre después de una sesión  o  inmediatamente antes, lo cual tiene bastante lógica, ya que la producción onírica es un proceso en relación a lo que ocurre entre la persona y su ambiente. La estrategia es, aparentemente, bastante simple ya que basta con fijarse en los verbos que utiliza para narrar su sueño y la invitación que se le hace es que muestre cómo dichas acciones las vive  en la terapia y en qué momentos. Así, por ejemplo, si el soñante reporta “Sueño que voy por una calle oscura y ando buscando una casa que no encuentro”, una intervención desde este modelo sería “¿En qué momentos durante la terapia te has sentido como buscando algo que no has encontrado?”.
En cierta ocasión utilicé esta estrategia con un paciente en particular por diversas razones,  la principal es que yo aparecía en su sueño. Intuí que obligadamente él me había puesto dentro de él para expresarme algo, de hecho llegó con la intención de contármelo. Sin entrar en detalles, el eje del sueño era que yo desaparecía en cierta escena. Entonces le pregunté si temía que yo desapareciera en la vida real. De momento hubo desconcierto y luego asombro porque efectivamente esa era la fantasía que le generaba ansiedad. Este tipo de modelo prescinde de la intervención activa del grupo y es más propicio para un contexto de terapia individual.
El Modelo deconstructivo parte del supuesto de que el sueño es una metáfora de lo que está ocurriendo en uno o varios aspectos de la vida del soñante. Aquí el trabajo casi llega a ser interpretativo pero de modo diferente al psicoanalítico. En primer lugar, se focalizan las transformaciones emocionales del sueño, el tipo de relación que guarda el soñante con los otros elementos –“es más poderoso que el medio”, “es menos poderoso que el medio”, “acepta su deseo o lo censura”, etc. 
Se decodifica la estructura general de la metáfora, se le devuelve al soñante de forma genérica, más allá de la escena específica del sueño y se va ajustando con él hasta que aparece una respuesta emocional significativa, para entonces indagar cómo el descubrimiento se transfiere a su vida. Esto puede servir como detonador para clarificar temas no abordados de manera explícita en las sesiones.
Un ejemplo de ello sería el de Olivia. En su sueño ella platicaba con un exnovio a la orilla de la playa y se ponía nerviosa porque su marido andaba “por ahí” y temía que llegara en cualquier momento aunque “no estaba haciendo nada malo”. Lo primero que se me ocurrió decirle fue “Tu sueño me da la impresión de que te  avergüenzas por algo que todavía no has hecho”. La siguiente intervención, después de ver cómo abría desmesuradamente lo ojos fue: “Parece que cuando una persona significativa para ti no está cercana, te da por tener fantasías agradables donde te sientas acompañada”. Puesto de esta manera, el sueño fue el atajo a través del cual pudimos abordar su vergüenza para asumir su deseo sexual, la culpabilidad que experimentaba cuando se acordaba de aquel exnovio y cómo esto se relacionaba con su necesidad de sentirse más acompañada por su marido. Este modelo se presta más para un escenario de terapia individual aunque cuando lo he aplicado en grupo, la decodificación de la metáfora puede tener un rebote emocional importante en el resto del grupo.
El Modelo “Tai-Chi” supone que el sueño expresa movimientos interrumpidos –de nuevo la retroflexión- y esa es la vía para descubrir el mensaje o significado. Tiene la ventaja  de ser un modelo poderoso que puede emplearse tanto en escenarios de terapia individual como de grupo de desarrollo. Cuando este es el caso, es especialmente útil para sueños muy intensos cuando el soñante tiene serios problemas con la exposición (vergüenza) ya que el contenido del sueño rápidamente es dejado de lado.   La estrategia general se desdobla en las siguientes etapas:
1) Segmentar el sueño según los cambios emocionales, pidiéndole al soñante que los nombre desde su vocabulario.
2) Generar una estructura espacial donde se ubique la relación entre cada uno de los sentimientos identificados, con objetos o cojines.
3) Traducir cada sentimiento nombrado en una postura física que el propio soñante genere.
4) Pedirle que exprese con una frase lo que la posición le induce.
5) Una vez hecho esto de manera lenta y cerciorándome de que cada sentimiento está referenciado a nivel físico y verbal,  le pido al soñante que recorra la secuencia de manera fluida.
6) Le propongo que identifique si esta secuencia de emociones está puesta en su vida y de qué manera.
7) A veces le puedo proponer que avance hacia una posición física y con una frase que él genere para salir de esa estructura. Incluso he removido los últimos eslabones para instigarlo a “hacer algo diferente” una vez que se da cuenta de cómo está atrapado en círculos viciosos. Esto suele dar un cierre natural, desde los propios esquemas del soñante, a situaciones inconclusas antiguas.
Me voy a permitir narrar brevemente el sueño de Mirna donde la aplicación de este modelo mostró sus bondades de manera asombrosa. Su sueño era ansiógeno por persecución con un fuerte tinte de vergüenza. Ella andaba en la calle y de pronto necesitaba ir a un sanitario con urgencia por lo que se metía a unos baños públicos. Ninguno de los retretes tenía puerta y el que la tenía daba a una ventana por la que cualquiera que se asomara, podría verla. Su necesidad era tanta que decide correr el riesgo pero cuando apenas iba a bajar sus prendas volteaba y encontraba a un hombre que la observaba. Finalmente terminaba  ensuciándose en la ropa con un sentimiento terrible de impotencia. Pusimos nueve cojines que representaban los cambios emocionales que iba experimentando en el transcurso del sueño y que giraban en torno al miedo, la desesperación y la vergüenza. Los dos últimos eslabones se representaron con las frases: “No fue culpa mía” y “De todos modos pierdo”. Cuando le pido que repita la secuencia completa con las posturas y las frases, sorpresivamente, casi al final, le quito los dos últimos cojines y pongo otro a cierta distancia al que bautizo con “el cojín de la incertidumbre”. El grito de angustia que lanzó cuando vio que eran removidos nos impactó a todos.  “¿Ahora qué voy a hacer?” dijo llorosa.  “¿Qué alternativa tienes a la derrota repetida?”, “No lo sé”, “Te voy a pedir que llegues a este cojín de cualquier manera menos caminando y que te fijes qué requieres para alcanzarlo”. Después de concentrarse y acopiar sus fuerzas, saltó en el cojín.
Esto fue una metáfora física que le ayudó a entender la seguridad que le daba en infinidad de situaciones cotidianas el prever la humillación, el desprecio y la autocompasión como resultados. Aquí, descubrió que hay alternativa a la derrota y que si se concentraba en la situación real (el cojín, la distancia, la tarea y sus movimientos) y no en el prototipo de su paradigma, podía hacer cosas diferentes. Es importante aclarar que pudo lograr esto justamente porque fue expresando y asumiendo sus estados emocionales a lo largo del proceso.
Narrado así, pareciera que todo es cuestión de aplicar la estrategia “correcta”. Nada más alejado de la realidad. Detrás de estos aciertos, hay muchos fracasos y nunca se cuenta con la experiencia suficiente que nos haga inmunes a un traspiés. Los mejores trabajos de sueños implican la participación activa y alineada de todos: soñante, grupo y terapeuta. El campo opera unificado con su enorme complejidad y la intuición/reflexión es la principal herramienta para  ofrecer intervenciones que apunten hacia otras posibilidades más allá de los automatismos cotidianos. (No obstante, quiero enfatizar que para mí el que sueña, es el experto en su vida sólo que se le ha  olvidado y uno lo invita a recordar.)
Cuando llegamos a lograrlo, la intervención impacta como una piedra en el agua: el centro es el soñante y las ondas llegan al facilitador y al grupo de ida y luego en sentido inverso.
  
Arturo E. Etienne G.

Bibliografía
1. Arenas, L. 1997. Manejo de sueños con Psicoterapia Gestalt, Figura Fondo,Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt, México.
2. Caballero B. G., (1999) Apuntes sobre sueños, Especialidad en Psicoterapia Gestalt, Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt, México.
3. Castanedo, C. 1983 Terapia Gestalt , Ed. Texto, Universidad de Costa Rica , Costa Rica
4. Ginger, S., “Gestalt, el arte del contacto”. Editorial Oceano. México (2005)
5. Ginger & Ginger. 1993.  Gestalt: una terapia de contacto. Ed. Manual Moderno. México.
6. Perls, F. 1991. Sueños y existencia , Ed. Cuatro Vientos, Chile.
7. Vázquez,C.B. (1999)