martes, 28 de junio de 2016

El arte de "darse cuenta" - 6 actitudes que puedes practicar para vivir mejor

Por Jordi Gil Martin -
Co-Director Gestalt Salut Psicoterapia
En Terapia Gestalt decimos que la conciencia de nuestra experiencia es el primer paso para realizar una acción coherente con nosotros mismos, de un modo que nos sea mínimamente ecológica nuestra relación con los otros y con el medio.

Somos experiencia. El reconocer mi vivencia me permite gestionar mis deseos y necesidades. Este trabajo de conciencia pide/exige un mínimo esfuerzo atencional. Aprendemos a vivir a base de poner atención.

¿Cómo puedes empezar a practicar este poner atención que propone la Gestalt?

Las seis actitudes atencionales:

A continuación comparto seis actitudes que puedes empezar a practicar ahora para desarrollar tu conciencia y darte cuenta de tus vivencias/experiencias:
  •  Detenerse mínimamente para ver qué nos pasa, reconocer: Dónde estoy, de dónde vengo, adónde voy, qué me duele o me da placer... Un stop que me permite chequearme.
  • La lentitud: Hacer lo que hacemos de una manera más lenta, nos permite darnos cuenta de qué nos va pasando y nos facilita ir ajustándonos desde nosotros. Enlentecerse facilita estar con uno/a mismo/a.
  • Conectar con la propia respiración: Esto facilita contactar de un modo orgánico con uno/a mismo/a, como dice Cheriff Chalakani, nos posibilita entrar en el espacio de mayor intimidad posible, la respiración te permite contactar contigo, con tu experiencia y con el otro de una forma más vivida. Te conecta a tu existencia.
  • Adoptar una cierta distancia con la propia experiencia para poder reconocerla: Si tengo una mano muy cerca de mis ojos casi no la veo. Esta distancia, que implica un cierto nivel de no-apego, me permite reconocer los matices de nuestra experiencia, sin perdernos en ella.
  • El contacto con las manos: Esto permite tomar conciencia de mi cuerpo y emocionar, de mi erotismo, de mi ternura… A través de ellas me doy calor, cobijo, me despabilo…
  • La docta ignorancia: Sócrates ya apuntaba que es necesario partir del no saber para conocerse. Si por ejemplo vas a tomar un café con alguien pensando que nada nuevo descubrirás, entonces nada aprenderás. Si uno piensa que ya sabe todo de sí, que ya sabe totalmente lo que siente… se pierde de la ignorancia sabia de “bueno, no lo sé, vamos a ver qué hay en la mesa”, la mesa como la propia experiencia nos permite aprender, descubrirnos y descubrir al otro.
¿Por qué sostengo que estas actitudes favorecen el bienestar?
Todas estas propuestas, actitudes, invitaciones, en el fondo lo que permiten es, como dice la Gestalt, afinar y mejorar nuestro ajuste organismo-ambiente, y alcanzar un autoconocimiento que aumente nuestro bienestar.

Lo que te definirá/representará en la vida será lo que hagas o dejes de hacer con aquello de lo que te das cuenta. 


Por Jordi Gil Martin - Co-Director Gestalt Salut Psicoterapia

jueves, 16 de junio de 2016

La idealización dentro de la elección de pareja.

Francisco Javier Díaz Calderón.
Psicoterapeuta Mexico
Desde la infancia aprendemos formas de relacionarnos con las personas que amamos, a la par de ese aprendizaje experiencial, vamos integrando creencias sobre lo que es una relación de pareja y las características que tiene la pareja ideal.  Podemos decir que la mayoría de las personas a lo largo de su vida van conformando una idealización de las características que debe tener una pareja. Este sistema de creencias se va conformando de ideas y valores que  aprendemos de personas emocionalmente significativas y que asumimos como propias sin haber realizado un proceso de discernimiento.
Idealizar a la pareja consiste en atribuirle cualidades que no están presentes en la realidad, o sobrevalorar las cualidades de la otra persona. Es apartarse de la conciencia para dar paso al establecimiento de creencias fantasiosas donde la otra persona es engrandecida. En ocasiones podemos encontrar una idealización compleja que se conforma de características físicas, emocionales, sociales y relacionales.  Sin embargo, en la realidad cuando las personas se relacionan en pareja es claro que su pareja no cuentan con las características que según su idealización debería tener.
Las ideas o creencias sobre lo que debería de ser  la relación en ocasiones son difíciles de identificar en el proceso relacional, debido a que se encuentran profundamente arraigadas en la persona como una forma de lealtad a las creencias de sus mentores emocionales. En ocasiones podemos estar convencidos que esas ideas nos pertenecen del todo, sin tener presente que es algo que le pertenece a otra persona que en algún momento de nuestra vida fue un modelo a seguir para nosotros. Estas creencias fueron  aprendizajes que en algún momento pudieron cumplir una función esencial en nuestro desarrollo, sin embargo, al ser ajenas a nuestras necesidades  dichas creencias son disfuncionales en nuestra  experiencia presente  provocando frustración, insatisfacción y rigidez en los procesos afectivos.
Los vínculos afectivos no son  estáticos, sino que van presentando modificaciones a través del tiempo. A la luz de la experiencia clínica dentro de la terapia de pareja es posible diferenciar dos momentos básicos: la idealización de la pareja (antes de la convivencia) y el re-conocimiento del otro (a partir de la convivencia). La gran dificultad que enfrentan los miembros de la pareja es paralizarse en un espacio relacional entre lo ideal y lo real donde ambos se encuentran ensimismados y luchando por imponer su versión de la realidad.

Podemos decir, que generalmente la elección de pareja no es congruente  con las expectativas debeistas ( idealizadas), lo que desemboca en una constante tensión entre la realidad de la relación y lo que debería ser.  En ocasiones esto provoca continuas discusiones y problemas dentro de la pareja, esta situación difícilmente se resuelven porque se presentan exigencias idealizadas que dificultan la satisfacción de necesidades en la  pareja. La insatisfacción dentro de la relación de pareja se pone de manifiesto a través de una incapacidad de validar la presencia y necesidades subjetivas de la otra persona.
Cuando la relación de pareja se enfrasca en una tensión entre las exigencias idealizadas y las necesidades sentidas se crea un malestar que suele llevar a las personas a estados de frustración y violencia relacional.  La comunicación violenta que se presenta dentro de la pareja limita la intimidad emocional, la confianza  y la expresión de afecto. La comunicación agresiva trae consigo dificultades en la escucha activa y el establecimiento de acuerdos vinculados a la creación de alternativas relacionales más satisfactorias.
Conflictos en la pareja.
Los conflictos de pareja suelen tener un patrón común: la tendencia a sentirse ofendido por la conducta de la otra persona, debido a  considerar que el proceder de la pareja es injusto y desconsiderado. En ocasiones se piensa que la terapia de pareja se debe centrar en encontrar formas de comunicación asertiva, pero considero que la clave se encuentra no solo en las formas sino en las expectativas que motivan dichas expresiones emocionales. Dentro del conflicto se nulifica la intencionalidad positiva de las acciones de la pareja, polarizando todo el proceso a la identificación de comportamientos inadecuados según el sistema de creencias.
Las expectativas poco realistas dentro de la relación provocan reacciones contradictorias, porque por una parte se dice amar a la otra persona pero continuamente se presentan exigencias que son ajenas a sus características, posibilidades y  realidad. Dentro de la relación neurótica se presenta una demanda estereotipada que se caracteriza por la exigencia de un cambio radical donde se busca que la realidad se ajuste a la expectativa idealizada. Las fronteras de contacto entre los miembros de la pareja se vuelven infranqueables creando una coraza que los protege de las amenazas emocionales.
El sentido de justicia en la relación de pareja es un obstáculo para la creación de una relación nutricia donde ambas personas encuentren satisfacción. Al contrario, la persona que se siente ofendida tiende a reaccionar de manera agresiva expresando su frustración como una forma de protección ante lo que considera injusto. La violencia relacional va incrementando la frustración dentro de la pareja hasta el punto donde cada uno de los miembros desarrolla la creencia que la experiencia es insoportable.
En estas ocasiones se pueden llegar a expresar declaraciones que ponen  al descubierto aspectos de la realidad que pueden lastimar profundamente a la otra persona y a la confianza que existe dentro de la relación. Estas expresiones se encuentran guiadas por la impulsividad  llevando a la persona a poner de manifiesto insultos, críticas negativas, gestos de desagrado y comentarios sarcásticos. Las continuas expresiones de malestar emocional y amenazas de terminar con la relación lastiman la confianza y limitan el proceso de espontaneidad y crecimiento de los miembros de la pareja.
Cuando la relación se enfrasca en ofensas y agresiones, se va creando un patrón relacional donde se cosifica a la otra persona convirtiéndola en un objeto de satisfacción de  demandas neuróticas producto de la idealización. Esto provoca un continuo devenir entre resentimientos y agresiones donde los miembros de la pareja van generando patrones de evitación al contacto. La presencia continua de conflictos en la pareja crea una atmosfera de desconfianza en la otra persona y en la propia capacidad de superar el estado de desagrado.
Es entonces, cuando ambos miembros de la pareja asumen posturas violentas de continua agresión como forma de venganza o de defensa. Cuando la persona se convence de su posición de víctima dentro de una relación de injusticia, suele asumir una actitud de aislamiento y resentimiento que genera una búsqueda continua de castigo hacia la pareja. Los miembros de la pareja se convierten en expertos en lastimar y agredir a la otra persona, en ocasiones estas reacciones de revancha son motivadas por comentarios de personas allegadas que les refuerzan su creencia de injusticia.
Esta dinámica de aislamiento posibilita la aparición de sentimientos de vergüenza, culpa, miedo, desesperanza pero sobre todo de desconfianza en sí mismo y en la relación. La agresión dentro de la pareja no solo daña a la otra persona sino que lastima a ambos miembros de la relación generando un malestar donde cada uno posee una dosis de insatisfacción debido a la imposibilidad de romper ese patrón de interacción toxica.  La naturaleza del ser humano es de crecimiento por medio del contacto nutricio con el entorno, pero eso, solo acontece cuando las personas experimentamos seguridad emocional y confianza de expresar nuestro ser.
Como salir de la idealización hacia la conciencia dentro de la relación de pareja.
Ser consciente de la situación ayuda a los miembros de la pareja a realizar ajustes que les permitan aceptar la realidad personal y relacional. La conciencia proporciona a los miembros de la pareja la posibilidad de construir procesos relacionales fluidos y espontáneos que fomenten la satisfacción de necesidades  a través de la utilización de sus propios recursos. Estas condiciones ayudan al descubrimiento de las propias necesidades afectivas y de las múltiples posibilidades que tienen como pareja.
El proceso de ajuste consiste en pasar de la idealización a la aceptación de la otra persona. Eso no significa que todo será sencillo, que no habrá problemas o asuntos inconclusos entre los miembros de la pareja. El proceso de aceptación puede traer consigo desequilibrio en la pareja, a pesar de que esta experiencia que puede ser dolorosa en un principio, la ruptura de la idealización ayuda  la disminución de los reclamos y exigencias. La aceptación de la realidad incrementa la confianza, porque al aceptar plenamente a la otra persona  también somos capaces de aceptar los aspectos tóxicos de propio comportamiento.
Con base en lo anterior podemos decir que los cambios en la pareja pueden traer como consecuencia una serie de crisis interpersonales mientras la pareja se organiza y asimila las nuevas posibilidades relacionales. La pareja al permanecer en un estado de crisis es capaz de integrar las novedades que surgen de la experiencia de tal manera que asimila los ajustes. Esta crisis no es un problema sino un proceso hacia la transformación de la pareja y sus miembros.  La crisis dentro de la pareja es benéfica para lograr la diferenciación  de los miembros de la pareja, permitiendo que cada uno asuma responsabilidad por su propio proceder, sentimientos, opiniones y percepciones.
El proceso de ampliación de conciencia en la pareja es una evolución continua que surge de la interacción entre los miembros y su entorno,  que es respondiente a las necesidades presentes y no a las demandas idealizadas. La pareja vive un continuo proceso de contacto-retirada que promueve la asimilación de la novedad y el ajuste creativo. La apertura relacional es el centro del crecimiento personal porque permite asimilar experiencias y desarrollar confianza en sí mismo y en su capacidad  para construir una relación satisfactoria.
Los miembros de la pareja al contactar con la otra persona son capaces de ser más espontáneos ante cualquier cambio que surja en la experiencia, logrando un espacio protegido basado en la confianza y el dialogo que facultan a las personas a tener una amplitud de conciencia personal y empatía hacia la otra persona, creando una sintonía que permite un contacto nutricio. Conforme la persona logra desarrollar confianza en sí misma le es posible asumir el riesgo de vivir de acuerdo a sus valores y expresarse de manera genuina.
Vivir el momento presente con nuestra pareja es una gran oportunidad para salir del discurso egocéntrico donde nos invade el espíritu de jueces de la realidad para dictaminar lo inadecuado de la conducta de la otra persona. En este proceso la gran pregunta es ¿qué siente la otra persona con todas esas exigencias y reclamos?, en ocasiones por buscar la justicia personal se  lastima a la persona amada y se daña la confianza en la relación. Tomar en cuenta esas preguntas es esencial para alcanzar un nuevo nivel de conciencia que permite valorizar las intenciones y acciones nutricias presentes en la relación.
Conclusión.
Podemos concluir que la capacidad de dialogo y empatía con nuestra pareja nos permite contactar con el amor, de lo contrario,  la pareja no cuenta con la motivación suficiente para confiar en la otra persona y entregarse plenamente a la experiencia amorosa. El amor en pareja es cuestión de conciencia, confianza  pasión y espontaneidad. La capacidad de amar profundamente está íntimamente relacionada con la posibilidad de salir del dialogo interno de victimización para contemplar de forma integral la experiencia relacional, sabiendo que no solo interactuamos con nuestra pareja sino que inter-somos en ese proceso de contacto-crecimiento que llamamos pareja. Para finalizar quiero compartirles esta hermosa oración gestáltica escrita por Carmen Vázquez que refleja claramente la experiencia amorosa.


“Yo hago mis cosas y tú haces las tuyas.
En muchas de las cosas que hago, tú tienes mucho que ver,
Y en muchas de tus cosas yo he contribuido.
Yo puedo ser yo contigo mientras tú puedas ser tú conmigo.
Yo seré yo mientras tú seas tú;
Y aunque por casualidad nos hayamos encontrado,
Continuemos juntos o separados,
Nuestra vida nunca volverá a ser la misma ya que
Nuestro encuentro nos habrá enriquecido”.
 (C. Vázquez Bandín)

Bibliografía.
Zinker, J. (2013). En busca de la buena forma. Sinaloa, México: Instituto Humanista de Sinaloa.

Datos sobre el autor:
Francisco Javier Díaz Calderón.
Presidente de la Asociación de Psicoterapia Humanista Integrativa del Noroeste A.C.
Coordinador de los programas: Diplomado en Terapia de pareja, Consejería en adicciones y Psicoterapia para Adolescentes en Universidad Xochicalco.
Entrenamiento Superior en Psicoterapia Gestalt, Habilidades Psicoterapeuticas, Coaching en Adicciones en la Asociación de Psicoterapia Humanista Integrativa del Noroeste A.C.
Docente en la Universidad Iberoamericana, CESUN Universidad, Universidad Xochicalco, CETYS Universidad, CEFAP, CIDH Universidad, ETC.
Supervisor de casos clinicos en CETYS Universidad.
Psicoterapeuta del Centro de Atención Primaria para las Adicciones de la CONADIC.
Autor de los libros: Acompañar en el proceso de cambio, Prevenir en Familia y Dialogo al Latir de dos corazones.
Conferencista en Universidad Autónoma de Baja California, Universidad Iberoamericana, CETYS Universidad, Cesun Universidad, Universidad Xochicalco, Universidad de Durango, Instituto Tecnológico de Tijuana.

Psicoterapeuta Gestalt con 10 años de Experiencia.