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Francisco Javier Díaz Calderón. Psicoterapeuta Mexico |
Desde la infancia aprendemos formas de relacionarnos con las
personas que amamos, a la par de ese aprendizaje experiencial, vamos integrando
creencias sobre lo que es una relación de pareja y las características que
tiene la pareja ideal. Podemos decir que la mayoría de las personas a lo
largo de su vida van conformando una idealización de las características que
debe tener una pareja. Este sistema de creencias se va conformando de ideas y
valores que aprendemos de personas emocionalmente significativas y que
asumimos como propias sin haber realizado un proceso de discernimiento.
Idealizar a la pareja consiste en atribuirle cualidades que
no están presentes en la realidad, o sobrevalorar las cualidades de la otra
persona. Es apartarse de la conciencia para dar paso al establecimiento de
creencias fantasiosas donde la otra persona es engrandecida. En ocasiones
podemos encontrar una idealización compleja que se conforma de características
físicas, emocionales, sociales y relacionales. Sin embargo, en la
realidad cuando las personas se relacionan en pareja es claro que su pareja no
cuentan con las características que según su idealización debería tener.
Las ideas o creencias sobre lo que debería de ser la
relación en ocasiones son difíciles de identificar en el proceso relacional,
debido a que se encuentran profundamente arraigadas en la persona como una
forma de lealtad a las creencias de sus mentores emocionales. En ocasiones
podemos estar convencidos que esas ideas nos pertenecen del todo, sin tener
presente que es algo que le pertenece a otra persona que en algún momento de
nuestra vida fue un modelo a seguir para nosotros. Estas creencias fueron
aprendizajes que en algún momento pudieron cumplir una función esencial
en nuestro desarrollo, sin embargo, al ser ajenas a nuestras necesidades
dichas creencias son disfuncionales en nuestra experiencia presente
provocando frustración, insatisfacción y rigidez en los procesos afectivos.
Los vínculos afectivos no son estáticos, sino que van
presentando modificaciones a través del tiempo. A la luz de la experiencia
clínica dentro de la terapia de pareja es posible diferenciar dos momentos
básicos: la idealización de la pareja (antes de la convivencia) y el
re-conocimiento del otro (a partir de la convivencia). La gran dificultad que
enfrentan los miembros de la pareja es paralizarse en un espacio relacional
entre lo ideal y lo real donde ambos se encuentran ensimismados y luchando por
imponer su versión de la realidad.
Podemos decir, que generalmente la elección de pareja no es
congruente con las expectativas debeistas ( idealizadas), lo que
desemboca en una constante tensión entre la realidad de la relación y lo que
debería ser. En ocasiones esto provoca continuas discusiones y problemas
dentro de la pareja, esta situación difícilmente se resuelven porque se
presentan exigencias idealizadas que dificultan la satisfacción de necesidades
en la pareja. La insatisfacción dentro de la relación de pareja se pone
de manifiesto a través de una incapacidad de validar la presencia y necesidades
subjetivas de la otra persona.
Cuando la relación de pareja se enfrasca en una tensión entre
las exigencias idealizadas y las necesidades sentidas se crea un malestar que
suele llevar a las personas a estados de frustración y violencia
relacional. La comunicación violenta que se presenta dentro de la pareja
limita la intimidad emocional, la confianza y la expresión de afecto. La
comunicación agresiva trae consigo dificultades en la escucha activa y el
establecimiento de acuerdos vinculados a la creación de alternativas
relacionales más satisfactorias.
Conflictos en la pareja.
Los conflictos de pareja suelen tener un patrón común: la
tendencia a sentirse ofendido por la conducta de la otra persona, debido a
considerar que el proceder de la pareja es injusto y desconsiderado. En
ocasiones se piensa que la terapia de pareja se debe centrar en encontrar
formas de comunicación asertiva, pero considero que la clave se encuentra no
solo en las formas sino en las expectativas que motivan dichas expresiones
emocionales. Dentro del conflicto se nulifica la intencionalidad positiva de
las acciones de la pareja, polarizando todo el proceso a la identificación de
comportamientos inadecuados según el sistema de creencias.
Las expectativas poco realistas dentro de la relación
provocan reacciones contradictorias, porque por una parte se dice amar a la
otra persona pero continuamente se presentan exigencias que son ajenas a sus
características, posibilidades y realidad. Dentro de la relación
neurótica se presenta una demanda estereotipada que se caracteriza por la exigencia
de un cambio radical donde se busca que la realidad se ajuste a la expectativa
idealizada. Las fronteras de contacto entre los miembros de la pareja se
vuelven infranqueables creando una coraza que los protege de las amenazas
emocionales.
El sentido de justicia en la relación de pareja es un
obstáculo para la creación de una relación nutricia donde ambas personas
encuentren satisfacción. Al contrario, la persona que se siente ofendida tiende
a reaccionar de manera agresiva expresando su frustración como una forma de
protección ante lo que considera injusto. La violencia relacional va
incrementando la frustración dentro de la pareja hasta el punto donde cada uno
de los miembros desarrolla la creencia que la experiencia es insoportable.
En estas ocasiones se pueden llegar a expresar declaraciones
que ponen al descubierto aspectos de la realidad que pueden lastimar
profundamente a la otra persona y a la confianza que existe dentro de la
relación. Estas expresiones se encuentran guiadas por la impulsividad
llevando a la persona a poner de manifiesto insultos, críticas negativas,
gestos de desagrado y comentarios sarcásticos. Las continuas expresiones de
malestar emocional y amenazas de terminar con la relación lastiman la confianza
y limitan el proceso de espontaneidad y crecimiento de los miembros de la
pareja.
Cuando la relación se enfrasca en ofensas y agresiones, se va
creando un patrón relacional donde se cosifica a la otra persona convirtiéndola
en un objeto de satisfacción de demandas neuróticas producto de la
idealización. Esto provoca un continuo devenir entre resentimientos y
agresiones donde los miembros de la pareja van generando patrones de evitación
al contacto. La presencia continua de conflictos en la pareja crea una
atmosfera de desconfianza en la otra persona y en la propia capacidad de
superar el estado de desagrado.
Es entonces, cuando ambos miembros de la pareja asumen
posturas violentas de continua agresión como forma de venganza o de defensa.
Cuando la persona se convence de su posición de víctima dentro de una relación
de injusticia, suele asumir una actitud de aislamiento y resentimiento que
genera una búsqueda continua de castigo hacia la pareja. Los miembros de la
pareja se convierten en expertos en lastimar y agredir a la otra persona, en
ocasiones estas reacciones de revancha son motivadas por comentarios de
personas allegadas que les refuerzan su creencia de injusticia.
Esta dinámica de aislamiento posibilita la aparición de
sentimientos de vergüenza, culpa, miedo, desesperanza pero sobre todo de
desconfianza en sí mismo y en la relación. La agresión dentro de la pareja no
solo daña a la otra persona sino que lastima a ambos miembros de la relación
generando un malestar donde cada uno posee una dosis de insatisfacción debido a
la imposibilidad de romper ese patrón de interacción toxica. La
naturaleza del ser humano es de crecimiento por medio del contacto nutricio con
el entorno, pero eso, solo acontece cuando las personas experimentamos
seguridad emocional y confianza de expresar nuestro ser.
Como salir de la idealización
hacia la conciencia dentro de la relación de pareja.
Ser consciente de la situación ayuda a los miembros de la
pareja a realizar ajustes que les permitan aceptar la realidad personal y
relacional. La conciencia proporciona a los miembros de la pareja la
posibilidad de construir procesos relacionales fluidos y espontáneos que
fomenten la satisfacción de necesidades a través de la utilización de sus
propios recursos. Estas condiciones ayudan al descubrimiento de las propias
necesidades afectivas y de las múltiples posibilidades que tienen como pareja.
El proceso de ajuste consiste en pasar de la idealización a
la aceptación de la otra persona. Eso no significa que todo será sencillo, que
no habrá problemas o asuntos inconclusos entre los miembros de la pareja. El
proceso de aceptación puede traer consigo desequilibrio en la pareja, a pesar
de que esta experiencia que puede ser dolorosa en un principio, la ruptura de
la idealización ayuda la disminución de los reclamos y exigencias. La
aceptación de la realidad incrementa la confianza, porque al aceptar plenamente
a la otra persona también somos capaces de aceptar los aspectos tóxicos
de propio comportamiento.
Con base en lo anterior podemos decir que los cambios en la
pareja pueden traer como consecuencia una serie de crisis interpersonales
mientras la pareja se organiza y asimila las nuevas posibilidades relacionales.
La pareja al permanecer en un estado de crisis es capaz de integrar las
novedades que surgen de la experiencia de tal manera que asimila los ajustes.
Esta crisis no es un problema sino un proceso hacia la transformación de la
pareja y sus miembros. La crisis dentro de la pareja es benéfica para
lograr la diferenciación de los miembros de la pareja, permitiendo que
cada uno asuma responsabilidad por su propio proceder, sentimientos, opiniones
y percepciones.
El proceso de ampliación de conciencia en la pareja es una
evolución continua que surge de la interacción entre los miembros y su entorno,
que es respondiente a las necesidades presentes y no a las demandas
idealizadas. La pareja vive un continuo proceso de contacto-retirada que
promueve la asimilación de la novedad y el ajuste creativo. La apertura
relacional es el centro del crecimiento personal porque permite asimilar
experiencias y desarrollar confianza en sí mismo y en su capacidad para
construir una relación satisfactoria.
Los miembros de la pareja al contactar con la otra persona
son capaces de ser más espontáneos ante cualquier cambio que surja en la
experiencia, logrando un espacio protegido basado en la confianza y el dialogo
que facultan a las personas a tener una amplitud de conciencia personal y
empatía hacia la otra persona, creando una sintonía que permite un contacto
nutricio. Conforme la persona logra desarrollar confianza en sí misma le es
posible asumir el riesgo de vivir de acuerdo a sus valores y expresarse de
manera genuina.
Vivir el momento presente con nuestra pareja es una gran
oportunidad para salir del discurso egocéntrico donde nos invade el espíritu de
jueces de la realidad para dictaminar lo inadecuado de la conducta de la otra
persona. En este proceso la gran pregunta es ¿qué siente la otra persona con
todas esas exigencias y reclamos?, en ocasiones por buscar la justicia personal
se lastima a la persona amada y se daña la confianza en la relación.
Tomar en cuenta esas preguntas es esencial para alcanzar un nuevo nivel de
conciencia que permite valorizar las intenciones y acciones nutricias presentes
en la relación.
Conclusión.
Podemos concluir que la capacidad de dialogo y empatía con
nuestra pareja nos permite contactar con el amor, de lo contrario, la
pareja no cuenta con la motivación suficiente para confiar en la otra persona y
entregarse plenamente a la experiencia amorosa. El amor en pareja es cuestión
de conciencia, confianza pasión y espontaneidad. La capacidad de amar
profundamente está íntimamente relacionada con la posibilidad de salir del
dialogo interno de victimización para contemplar de forma integral la experiencia
relacional, sabiendo que no solo interactuamos con nuestra pareja sino que
inter-somos en ese proceso de contacto-crecimiento que llamamos pareja. Para
finalizar quiero compartirles esta hermosa oración gestáltica escrita por
Carmen Vázquez que refleja claramente la experiencia amorosa.
“Yo hago mis cosas y tú haces las tuyas.
En muchas de las cosas que hago, tú tienes mucho que ver,
Y en muchas de tus cosas yo he contribuido.
Yo puedo ser yo contigo mientras tú puedas ser tú conmigo.
Yo seré yo mientras tú seas tú;
Y aunque por casualidad nos hayamos encontrado,
Continuemos juntos o separados,
Nuestra vida nunca volverá a ser la misma ya que
Nuestro encuentro nos habrá enriquecido”.
(C. Vázquez Bandín)
Bibliografía.
Zinker, J. (2013). En busca de la buena forma. Sinaloa,
México: Instituto Humanista de Sinaloa.
Datos sobre el autor:
Francisco Javier Díaz Calderón.
Presidente de la Asociación de Psicoterapia Humanista
Integrativa del Noroeste A.C.
Coordinador de los programas: Diplomado en Terapia de pareja,
Consejería en adicciones y Psicoterapia para Adolescentes en Universidad
Xochicalco.
Entrenamiento Superior en Psicoterapia Gestalt, Habilidades
Psicoterapeuticas, Coaching en Adicciones en la Asociación de Psicoterapia
Humanista Integrativa del Noroeste A.C.
Docente en la Universidad Iberoamericana, CESUN Universidad,
Universidad Xochicalco, CETYS Universidad, CEFAP, CIDH Universidad, ETC.
Supervisor de casos clinicos en CETYS Universidad.
Psicoterapeuta del Centro de Atención Primaria para las
Adicciones de la CONADIC.
Autor de los libros: Acompañar en el proceso de cambio,
Prevenir en Familia y Dialogo al Latir de dos corazones.
Conferencista en Universidad Autónoma de Baja California,
Universidad Iberoamericana, CETYS Universidad, Cesun Universidad, Universidad
Xochicalco, Universidad de Durango, Instituto Tecnológico de Tijuana.
Psicoterapeuta Gestalt con 10 años de Experiencia.
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