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Hago
una revisión de seis estrategias generales para el trabajo gestáltico de sueños
con ejemplos y algunas sugerencias sobre su elección.
Introducción
A
lo largo de 20 años de trabajar con sueños y de vivenciar diferentes formas de
trabajar mis propios sueños con terapeutas tales como Myriam Muñoz Polit,
Fernando García Licea, Martha Preciado, Martha Suárez, Leticia Peña, Paolo
Quatrini, me parece que el común denominador de todos es el propósito de
incrementar el darse cuenta del soñante, integrar aspectos no considerados de
su vida, facilitándole la expresión de sentimientos y necesidades alienados. De
ahí en fuera, los estilos y estrategias varían considerablemente. Este es un
intento por sintetizar seis formas generales de trabajar los sueños desde el
enfoque Gestalt que a mi me han resultado muy efectivas tanto en grupos de
sensibilización como en sesiones terapéuticas. No es una lista exhaustiva ya
que autores como Ginger ofrecen hasta diez formas diferentes de trabajar los
sueños. Para los propósitos de este artículo distinguiremos seis
posibilidades de trabajo:
1.
El Modelo proyectivo
2.
El Modelo psicodramático
3.
El Modelo estructural/simbólico
4.
El Modelo relacional
5.
El Modelo deconstructivo
6.
El Modelo “Tai-Chi”
El Modelo proyectivo: Supone que cada elemento del sueño es una
proyección del soñante y su propósito es reintegrar las partes alienadas de
éste, representadas en dichos elementos. El énfasis está puesto en la
identificación con cada elemento, su vivenciación y, posteriormente, la
extrapolación a la vida del soñante. El papel del grupo es variable,
generalmente corresponde al trabajo individual en grupo. El rol más
frecuentemente desempeñado por el resto de los participantes es el de
espectador y participan sólo hasta que termina el trabajo, reportando lo que
sintieron y expresándole al soñante algún comentario. El proceso general de
este tipo de intervención se muestra a continuación
Etapas del trabajo de sueño
I. Pre-trabajo: Relativa a la
relación con el paciente en la situación donde se va a realizar el trabajo
(individual o en grupo). Es una especie de sondeo que puede guiarse de esta
manera:
·
¿Cómo se siente el soñante de contar su sueño?
·
¿Qué lo lleva a narrarlo en esta situación?
·
Si reporta que hay mucha tensión, hay que sondear las fantasías que se ha
hecho acerca del trabajo de sueños.
·
Verificar si hay expectativas y darles principio de realidad.
·
Si reporta que hay vergüenza…trabajar la exposición ante el terapeuta (y ante
el grupo si es que se trabaja en presencia de otros)
·
Verificar si está en psicoterapia o tiene algún problema de salud.
II. Trabajo
1. Contar el sueño. Podría considerarse como la etapa inicial
del trabajo de sueño.
·
El paciente narra su sueño y aquí el trabajo del terapeuta es determinar qué le
va pasando cuando lo oye: qué sentimientos emergen en él y qué imágenes. Esto
es muy importante para empatizar con la persona y su sueño. Es crucial atender
la fenomenología del soñante durante su narrativa a lo largo de todas las
etapas del procedimiento.
·
A veces se puede hacer un trabajo a partir de esta etapa en la que se “extrae
la metáfora” general del sueño, se le refleja al soñante y se le pregunta en
qué se parece a su vida. Esto puede ser suficiente para evidenciar los temas a
trabajar sin tener que continuar con todo el procedimiento. No hay que olvidar
que lo más importante es trabajar “con lo que está”…y a veces contar el sueño
es el pretexto para tocar el verdadero asunto.
2. Contar el sueño en primera persona
·
La clave de esta etapa es que lo cuente en primera persona y en tiempo presente
con el objeto de que el soñante vaya “asumiendo” su propio sueño, es decir, que
deje de percibirlo como algo “externo” y lo narre desde su autoría. Esto
normalmente facilita o evoca las emociones subyacentes del sueño y las pone en
el “aquí y el ahora”. El tono emocional, que viene siendo el “color” del
sueño es lo más importante y permite determinar la “estructura” del mismo.
Finalmente el contenido es secundario. Hay sueños con diferente historia y el
mismo tono emocional. Por ejemplo, entre soñar que pierdes el avión y tocar una
puerta sin que te contesten, la constante es la frustración y es esta donde hay
que poner énfasis.
·
Si el soñante tiene dificultad para hacer esto es importante frustrar la
evasión y ayudarlo con sugerencias correctivas “estoy frente a él en el lago”
en vez de “él estaba enfrente de mi en el lago. Ayuda también que le hagamos
preguntas contextualizadoras como por ejemplo: ¿El lago estaba a la izquierda o
a la derecha de la cabaña?
3. Actuar los elementos del sueño
·
Una forma de facilitarle tal identificación es proponerle que asuma la posición
física del elemento (persona, animal u objeto). Luego pedirle que se describa a
sí mismo físicamente…casi siempre pasa a los aspectos psicológicos de manera
natural, pero si no lo hiciera entonces hay que hacerle preguntas tales como:
¿Cuál es tu función en este lugar? ¿Cómo te sientes siendo….y viviendo…? ¿Qué
necesitas? ¿Cómo podrías satisfacer tu necesidad?
·
Lo más importante aquí es que el facilitador empatice “con el elemento” y desde
ahí lo entreviste. Hay que tener cuidado de que no se establezca un
interrogatorio policial. La calidad de la relación con este aspecto del soñante
es fundamental.
·
Además de entrevistarlo, es recomendable que lo ponga a interactuar con otros
elementos del sueño, sobre todo con los polares: el perseguido y el persecutor,
la víctima y el villano, el niño y el anciano, etc. Ponerlo en la vida del
soñante
·
Todo este ejercicio tiene como propósito facilitarle al soñante tanto que
recupere sus proyecciones, como que deshaga las retroflexiones e incluso avance
y ensaye una respuesta diferente (ajuste creativo) en torno a las problemáticas
de su vida cotidiana. Si no aterriza en sus asuntos personales, el trabajo
pierde sentido. De aquí que, a partir de la resonancia emocional que observemos
durante esta etapa, es importante que le preguntemos cosas como: ¿Qué te dice
esto de tu vida? ¿En qué te pareces a este elemento?
·
Es muy factible que en la etapa anterior y en esta aparezcan asuntos
inconclusos que hay que trabajar en una especie de paréntesis, para luego
regresar al sueño. A veces, sólo son insights (darse cuenta súbitos), en
otras son asimilaciones de la experiencia más lentas y menos “aparatosas”. Las
intervenciones que deriven de esto pueden llevarnos a otros tipos de
trabajo como son: polaridades, introyectos, etc.
4. Cierre
· Normalmente
después de trabajar uno o más segmentos del sueño y cuando apreciamos que la
persona ha logrado avances significativos en sus ajustes, es importante que
cerremos con intervenciones tales como: ¿Qué mensaje te da finalmente tu sueño?
¿Qué puedes integrar a tu vida de cada uno de los elementos
trabajados?
III. Post-trabajo
Constituye
el seguimiento de los efectos del trabajo.
·
A veces el soñante puede tener somatizaciones, inquietud, insights en cascada…
durante los días posteriores al trabajo. Si no es nuestro paciente es
recomendable que nos mantenga informado de su proceso.
El Modelo psicodramático va más allá y considera que el
sueño es además de una proyección, una retroflexión por lo que la vivenciación
teatralizada es más efectiva. Aunque en el modelo proyectivo muchos autores
emplean la dramatización, cabe distinguir que lo hacen desde el propósito de
que el soñante recupere la proyección. En el psicodramático, tal y como
lo propongo aquí, el sueño refleja el sistema de relaciones que tiene el
individuo con su entorno (social y físico) y la dramatización la hace evidente.
Tiene la enorme ventaja que todos los elementos pueden ser representados
simultáneamente, lo cual permite una visión más holística, menos fragmentada,
del patrón de relación del soñante con su entorno. Una intervención de esta
naturaleza permite a veces reconfigurar incluso paradigmas de vida. A
diferencia del proyectivo, la participación del grupo es crucial y mi impresión
es que se logra una mayor intimidad entre los miembros y hay un impacto radial
que incluye propositivamente a todos, no sólo al soñante. Es el modelo más
incluyente. Con algunas variantes, el procedimiento general consta de los
siguientes pasos:
1)
Se cuenta el sueño (puede o no hacerlo en primera persona)
2)
Se le pide al soñante que elija compañeros de entre el grupo para que
representen su sueño tal y como lo recuerda aquí y ahora. El dirige la puesta
del sueño hasta que ya considera que es lo más aproximado.
3)
Se le induce a que lo vea y reporte lo que siente y recuerde.
4)
Se le solicita que represente al elemento que más le inquiete. (a veces puede
ser él mismo, a veces no; también se le puede hacer la solicitud directa:
“Conviértete en el personaje X”)
5)
Se procesa su experiencia con la representación de cada uno de los personajes
(no tienen que ser todos, a veces uno o dos bastan para que se llegue a
una problemática importante).6) Se cierra procesando el sueño como un
todo, puesto en la vida de la persona. Se facilita el que encuentre relaciones,
similitudes, significados. (Con frecuencia lo que más le impacta no es lo
que puede verbalizar sino lo vivido a nivel de awareness).
El Modelo estructural/simbólico: Muy propicio para
trabajar con el soñante en ausencia de un grupo o cuando el grupo es de
reciente creación y no hay mucha disposición a participar. Al igual que en el
modelo anterior, el énfasis está en la estructura del sueño y se concretiza a
través de objetos o cojines donde el soñante vuelve espacial dicha estructura,
al ubicar cada uno de los elementos oníricos en distancias y posiciones
significativas. Por supuesto, las primeras etapas de este tipo de intervención
son similares a las del modelo proyectivo, en el sentido de contar el sueño en
tiempo presente y en primera persona. Posteriormente se le invita a que observe
como están configurados los elementos y que disponga de un momento para meditar
sobre la posible relevancia que pudiera tener esto en su vida. Luego se le pide
que represente cada elemento, dentro de la estructura onírica/espacial. La
entrevista debe ir encaminada a que el elemento en cuestión exprese lo
que le pasa en relación a los otros elementos. El cierre se puede hacer
pidiéndole que sintetice el significado del sueño como un todo en una frase. Este
modelo da buenos resultados cuando en la producción onírica aparecen los
miembros de una familia o cualquier otro grupo importante.
En
cierta ocasión trabajé un sueño de tipo “estampa” en el que no había
movimiento: los cinco participantes aparecían estáticos en una sola escena.
Eran los padres, el marido, uno de los hermanos y la soñante. Generalmente
cuando en un sueño aparecen los familiares, emerge el sistema de relaciones, no
sólo es una proyección, ni una retroflexión. Bajo este supuesto, entonces se utiliza
una estrategia que lo ponga en evidencia ante los ojos del soñante. En el caso
que comento utilicé cojines que el soñante utilizó para ubicar cada uno de los
personajes. La experiencia me informa que la proximidad o distancia entre los
mismos revela sus nexos, alianzas o conflictos de la vida real. Al tener una
visión de conjunto del sueño, más espacial, el soñante empieza a tener
movilizaciones emocionales importantes que debe ir expresando momento a
momento. La siguiente etapa fue ubicar a la soñante en cada uno de los cojines
y ayudarlo a expresar desde cada personaje sus sentimientos y necesidades con
la ayuda de un interrogatorio mesurado y respetuoso. Recuerdo que fue un
trabajo muy intenso y prolongado. Duró dos horas y la soñante se enfrentó a una
dura verdad: la familia feliz que ella se había fabricado no existía. En lugar
de ello observó con toda claridad la hostilidad entre sus padres, la
desrresponsabilización de su hermano, el cansancio de su pareja y asumió
el dolor que todo esto le causaba.
El Modelo relacional, derivado de Isadore From (en Ginger
& Ginger, 1993), supone que la persona cuenta su sueño a alguien en
particular por un propósito especial. Si es el terapeuta, el sueño es una
retroflexión que tiene que ver con la relación entre ambos, con la situación
terapéutica misma y se busca evidenciarla y ponerla al servicio del proceso
terapéutico. From indica que esto es válido cuando el sueño ocurre después de
una sesión o inmediatamente antes, lo cual tiene bastante lógica,
ya que la producción onírica es un proceso en relación a lo que ocurre entre la
persona y su ambiente. La estrategia es, aparentemente, bastante simple ya que
basta con fijarse en los verbos que utiliza para narrar su sueño y la
invitación que se le hace es que muestre cómo dichas acciones las vive en
la terapia y en qué momentos. Así, por ejemplo, si el soñante reporta “Sueño
que voy por una calle oscura y ando buscando una casa que no encuentro”, una
intervención desde este modelo sería “¿En qué momentos durante la terapia te
has sentido como buscando algo que no has encontrado?”.
En
cierta ocasión utilicé esta estrategia con un paciente en particular por
diversas razones, la principal es que yo aparecía en su sueño. Intuí que
obligadamente él me había puesto dentro de él para expresarme algo, de hecho
llegó con la intención de contármelo. Sin entrar en detalles, el eje del sueño
era que yo desaparecía en cierta escena. Entonces le pregunté si temía que yo
desapareciera en la vida real. De momento hubo desconcierto y luego asombro
porque efectivamente esa era la fantasía que le generaba ansiedad. Este tipo de
modelo prescinde de la intervención activa del grupo y es más propicio para un
contexto de terapia individual.
El Modelo deconstructivo parte del supuesto de que el
sueño es una metáfora de lo que está ocurriendo en uno o varios aspectos de la
vida del soñante. Aquí el trabajo casi llega a ser interpretativo pero de modo
diferente al psicoanalítico. En primer lugar, se focalizan las transformaciones
emocionales del sueño, el tipo de relación que guarda el soñante con los otros
elementos –“es más poderoso que el medio”, “es menos poderoso que el medio”,
“acepta su deseo o lo censura”, etc.
Se
decodifica la estructura general de la metáfora, se le devuelve al soñante de
forma genérica, más allá de la escena específica del sueño y se va ajustando
con él hasta que aparece una respuesta emocional significativa, para entonces
indagar cómo el descubrimiento se transfiere a su vida. Esto puede servir como
detonador para clarificar temas no abordados de manera explícita en las
sesiones.
Un
ejemplo de ello sería el de Olivia. En su sueño ella platicaba con un exnovio a
la orilla de la playa y se ponía nerviosa porque su marido andaba “por ahí” y
temía que llegara en cualquier momento aunque “no estaba haciendo nada malo”.
Lo primero que se me ocurrió decirle fue “Tu sueño me da la impresión de que
te avergüenzas por algo que todavía no has hecho”. La siguiente
intervención, después de ver cómo abría desmesuradamente lo ojos fue: “Parece
que cuando una persona significativa para ti no está cercana, te da por tener
fantasías agradables donde te sientas acompañada”. Puesto de esta manera, el
sueño fue el atajo a través del cual pudimos abordar su vergüenza para asumir
su deseo sexual, la culpabilidad que experimentaba cuando se acordaba de aquel
exnovio y cómo esto se relacionaba con su necesidad de sentirse más acompañada
por su marido. Este modelo se presta más para un escenario de terapia
individual aunque cuando lo he aplicado en grupo, la decodificación de la
metáfora puede tener un rebote emocional importante en el resto del grupo.
El Modelo “Tai-Chi” supone que el sueño expresa
movimientos interrumpidos –de nuevo la retroflexión- y esa es la vía para
descubrir el mensaje o significado. Tiene la ventaja de ser un modelo
poderoso que puede emplearse tanto en escenarios de terapia individual como de
grupo de desarrollo. Cuando este es el caso, es especialmente útil para sueños
muy intensos cuando el soñante tiene serios problemas con la exposición
(vergüenza) ya que el contenido del sueño rápidamente es dejado de
lado. La estrategia general se desdobla en las siguientes etapas:
1)
Segmentar el sueño según los cambios emocionales, pidiéndole al soñante que los
nombre desde su vocabulario.
2)
Generar una estructura espacial donde se ubique la relación entre cada uno de
los sentimientos identificados, con objetos o cojines.
3)
Traducir cada sentimiento nombrado en una postura física que el propio soñante
genere.
4)
Pedirle que exprese con una frase lo que la posición le induce.
5)
Una vez hecho esto de manera lenta y cerciorándome de que cada sentimiento está
referenciado a nivel físico y verbal, le pido al soñante que recorra la
secuencia de manera fluida.
6)
Le propongo que identifique si esta secuencia de emociones está puesta en su
vida y de qué manera.
7)
A veces le puedo proponer que avance hacia una posición física y con una frase
que él genere para salir de esa estructura. Incluso he removido los últimos
eslabones para instigarlo a “hacer algo diferente” una vez que se da cuenta de
cómo está atrapado en círculos viciosos. Esto suele dar un cierre natural,
desde los propios esquemas del soñante, a situaciones inconclusas antiguas.
Me
voy a permitir narrar brevemente el sueño de Mirna donde la aplicación de este
modelo mostró sus bondades de manera asombrosa. Su sueño era ansiógeno por
persecución con un fuerte tinte de vergüenza. Ella andaba en la calle y de
pronto necesitaba ir a un sanitario con urgencia por lo que se metía a unos
baños públicos. Ninguno de los retretes tenía puerta y el que la tenía daba a
una ventana por la que cualquiera que se asomara, podría verla. Su necesidad
era tanta que decide correr el riesgo pero cuando apenas iba a bajar sus
prendas volteaba y encontraba a un hombre que la observaba. Finalmente
terminaba ensuciándose en la ropa con un sentimiento terrible de
impotencia. Pusimos nueve cojines que representaban los cambios emocionales que
iba experimentando en el transcurso del sueño y que giraban en torno al miedo,
la desesperación y la vergüenza. Los dos últimos eslabones se representaron con
las frases: “No fue culpa mía” y “De todos modos pierdo”. Cuando le pido que
repita la secuencia completa con las posturas y las frases, sorpresivamente,
casi al final, le quito los dos últimos cojines y pongo otro a cierta distancia
al que bautizo con “el cojín de la incertidumbre”. El grito de angustia que
lanzó cuando vio que eran removidos nos impactó a todos. “¿Ahora qué voy
a hacer?” dijo llorosa. “¿Qué alternativa tienes a la derrota repetida?”,
“No lo sé”, “Te voy a pedir que llegues a este cojín de cualquier manera menos
caminando y que te fijes qué requieres para alcanzarlo”. Después de
concentrarse y acopiar sus fuerzas, saltó en el cojín.
Esto
fue una metáfora física que le ayudó a entender la seguridad que le daba en
infinidad de situaciones cotidianas el prever la humillación, el desprecio y la
autocompasión como resultados. Aquí, descubrió que hay alternativa a la derrota
y que si se concentraba en la situación real (el cojín, la distancia, la tarea
y sus movimientos) y no en el prototipo de su paradigma, podía hacer cosas
diferentes. Es importante aclarar que pudo lograr esto justamente porque fue
expresando y asumiendo sus estados emocionales a lo largo del proceso.
Narrado
así, pareciera que todo es cuestión de aplicar la estrategia “correcta”. Nada
más alejado de la realidad. Detrás de estos aciertos, hay muchos fracasos y
nunca se cuenta con la experiencia suficiente que nos haga inmunes a un
traspiés. Los mejores trabajos de sueños implican la participación activa y
alineada de todos: soñante, grupo y terapeuta. El campo opera unificado con su
enorme complejidad y la intuición/reflexión es la principal herramienta
para ofrecer intervenciones que apunten hacia otras posibilidades más
allá de los automatismos cotidianos. (No obstante, quiero enfatizar que para mí
el que sueña, es el experto en su vida sólo que se le ha olvidado y uno
lo invita a recordar.)
Cuando
llegamos a lograrlo, la intervención impacta como una piedra en el agua: el
centro es el soñante y las ondas llegan al facilitador y al grupo de ida y
luego en sentido inverso.
Arturo
E. Etienne G.
Bibliografía
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Ginger, S., “Gestalt, el arte del contacto”. Editorial Oceano. México (2005)
5.
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Perls, F. 1991. Sueños y existencia , Ed. Cuatro Vientos, Chile.
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Vázquez,C.B. (1999)
Comentarios