Clotilde
Sarrió – Terapia Gestalt Valencia
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El apego es un
vínculo emocional o relación especial, así como un lazo afectivo que el niño
establece con un número reducido de personas y que le impulsa a buscar la
proximidad con ellas a través de un contacto que le proporcione seguridad y
haga posible un desarrollo óptimo de su personalidad.
La teoría del Apego y Terapia Gestalt
Si bien, tradicionalmente es la madre con quien el bebé
establece el vínculo de apego más intenso, no hay una exclusividad al respecto
y éste puede establecerse exactamente igual con el padre (quien en la
actualidad está cada vez más implicado en los cuidados de la primera infancia)
o bien con cualquier otra personas que se erija como su cuidadora principal.
El psicólogo John Bowlby fue quien formuló la Teoría
del Apego, cuya tesis fundamental consiste en que tanto la seguridad como la
ansiedad o el temor de cada niño va a estar determinado en gran medida por la
calidad de la accesibilidad a su figura principal de afecto (persona con la que
se establecerá el vínculo), así como la satisfactoria respuesta de ésta a las
demandas de ayuda por parte del niño.
A través de este artículo intentaré exponer de un modo
breve, un tema tan apasionante como extenso al que dediqué mi tesina tras
finalizar mi formación como Terapeuta Gestalt. Se trata de cómo entender la
Teoría del Apego a partir de la Terapia Gestalt y cómo ésta contempla y explica
—a través del proceso de contacto— las formas en que el bebé
interactúa con su cuidador primario y las repercusiones en el desarrollo
evolutivo del niño del vínculo que entre ambos surge.
Apego y Terapia Gestalt
He querido aportar desde el marco de referencia de la
teoría de la Terapia Gestalt (la Teoría del Self y la Perspectiva
de Campo) cómo las modalidades de contacto en la díada bebé/cuidador primario
son formas relacionales que permiten –o no– el establecimiento y la
consolidación del vínculo de apego.
Tanto el vínculo de apego como la calidad del mismo son
determinantes en el concepto que elaboremos de nosotros mismos, del mundo y de
nuestras relaciones.
Los teóricos del apego dejan constancia de que la
vinculación del bebé con su madre se encuentra directamente ligada a las
experiencias del mismo con sus cuidadores.
Así, nos encontramos con que las señales afectivas que el
niño recibe de su madre, la calidad y la constancia de las mismas y la
certidumbre y la estabilidad que esas señales le ofrecen, asegurarán o no el
establecimiento de un vínculo de apego seguro.
Del mismo modo que la Teoría del Apego de Bowlby incluye
las características del cuidador, o desde el modelo psicoanalítico se contempla
las consecuencias que esta cualidad parental tiene para el desarrollo del niño,
en mi tesina llego a la conclusión de que, desde la perspectiva de la
Terapia Gestalt, el vínculo de apego se forma a través del proceso de
contacto mediante las formas en que el bebé interactúa con su cuidador
primario.
Otra de las conclusiones a las que llego en mi trabajo es
que el vínculo y su calidad van a tener una estrecha relación con el devenir
del desarrollo evolutivo del niño.
Otro aspecto que abordo en mi estudio es el
establecimiento de una relación entre las distintas formas que el bebé tiene de
contactar con su cuidador primario y las interrupciones que puedan producirse
en el proceso de contacto.
En relación a las interrupciones, llego a la conclusión
de que en la edad adulta son formas no adaptativas de contactar el individuo
con el entorno, mientras que en la infancia temprana, las interrupciones deben
ser contempladas como modalidades de contacto, es decir, como el único
modo que el bebé tiene para relacionarse de una forma sana y nutritiva con el
entorno inmediato —ajuste creativo— que supone la madre o el cuidador
principal.
El proceso de contacto en la díada bebé/madre se
produce mediante una secuencia evolutiva-relacional de modalidades de
contacto (confluencia, introyección, proyección, retroflexión y egotismo) entre
la maduración interna del niño y la progresiva separación de la madre.
En mi tesina, parto de la base de que el contacto-relación es
la primera realidad fenomenológica ya que el organismo carece de
significado fuera de su entorno, y este entorno solo tiene significado al ser
percibido por el perceptor.
El primer contacto-relación del bebé se produce
en un campo fenomenológico o situacional, en el cual se encuentran él
y su cuidador principal (madre, padre o persona encargada de su cuidado).
El bebé y el cuidador principal, conjuntamente, crean su
encuentro en la frontera/contacto donde se produce la experiencia que,
si bien el bebé no la adquiere de forma consciente, la incorpora como fondo de
su experiencia. Es interesante matizar que el bebé humano, al ser el mamífero
más indefenso de la naturaleza, tiene una gran necesidad de su cuidador
primario para su supervivencia, tanto física como emocional.
Cuando contemplo en mi estudio el desarrollo del bebé
desde la Teoría del Self , llego a la conclusión de que sigue una
secuencia cambiante y progresiva desde el momento en que aparecen las funciones
temporales del self, es decir: la función ello en
desarrollo, la función yo en desarrollo y por último la función
personalidad en desarrollo, todas ellas como modos de aparición de
las manifestaciones de búsqueda, rechazo o acercamiento por parte del bebé.
Proceso de contacto en la díada bebé/madre
De un modo muy breve, pasaré a exponer el proceso de
contacto en la díada bebé/madre tal cual queda plasmado en las
conclusiones de mi estudio con sus respectivas modalidades de contacto en cada
una de sus fases: pre-contacto, toma de contacto, contacto final y post-contacto.
1-Precontacto
En el proceso de contacto y en la fase de pre-contacto,
la modalidad de relación del bebé con la madre tiene lugar mediante la confluencia.
Si bien la confluencia en los adultos es un estado de
“no-contacto” que puede implicar patología, en el bebé es una “confluencia
primaria” que se utiliza como mecanismo de supervivencia y único modo posible
de que el pequeño se relacione con la madre.
En las primeras semanas de vida, el bebé sólo experimenta
necesidades fisiológicas (hambre, frío, sensaciones físicas corporales -función ello del self- ),
no sabe controlar sus emociones y es incapaz de regularlas por sí mismo.
Desconoce qué es lo que siente o la emoción que experimenta.
La emoción es el encuentro entre la sensación
experimentada en el cuerpo y el estado del entorno. La emoción es siempre un
evento que sucede en la frontera contacto organismo/entorno. Es por ello
que a la madre le corresponderá actuar como un espejo emocional a través de las
respuestas (emocionales) que ofrezca ante las necesidades de su hijo quien, de
este modo, irá aprendiendo a autorregularse.
Conforme transcurra el tiempo, se irá haciendo necesario
que esta sana y necesaria confluencia entre el bebé y la madre se rompa, a fin
de permitir la diferenciación entre ambos ya que, en caso contrario, podrían
surgir trastornos del vínculo al impedirse que exista un “yo” diferenciado en
el campo relacional.
Hasta que no se
produce la diferenciación entre la madre y el bebé, continua existiendo un
“nosotros” indiferenciado y no un “yo” y un “ tú” diferenciado que propicie la
individuación.
2-Toma de contacto
En esta segunda fase —toma de contacto— el bebé se
relaciona con la madre mediante la introyección, la proyección y
la retroflexión.
Si la confluencia primaria de la fase previa de
pre-contacto ha sido asimilada, pasará a formar parte del fondo de la
experiencia surgiendo una nueva figura: el entorno en todas sus
posibilidades.
Hasta que no se produzca la diferenciación “yo-tú” en el campo/díada
madre-hijo, la madre será la encargada de satisfacer las necesidades del niño
al traducir los mensajes que éste le transmita.
Una vez la madre satisfaga la necesidad del bebé, éste
recobrará de nuevo su equilibrio hasta que surja una nueva necesidad. Tanto la
madre como el bebé, asimilarán cada experiencia vivida que pasará a formar
parte del fondo de la relación.
a) La introyección
Mediante la introyección, el bebé incorpora las
vivencias más profundas de la madre, el afecto, el miedo, y tal vez lo más
importante: la confirmación del bebé de que él existe para otro así como el
sentido de pertenencia (el bebé sabe que existe para su madre).
Citando a Winnicott:
«La madre suficientemente buena desarrolla una
sensibilidad que le permite intuir las necesidades del bebé discriminando las
propias»
Así, la madre encuentra una regulación adecuada entre
estar presente y ausente, entre gratificar y limitar, entre dar y respetar.
Llegado a este punto, da comienzo el inicio de la
diferenciación en la díada madre-hijo.
Según Stern: «El descubrimiento de la distinción entre el yo y el otro
se inicia hacia el cuarto mes de vida»
b) La proyección
La proyección es un elemento esencial en la
constitución de las relaciones. Proyectamos para crear vínculos. Es el primer
acercamiento perceptivo mediante lo que imaginamos o interpretamos.
En el bebé, la proyección es necesaria como una modalidad
de contacto que facilita tanto su desarrollo evolutivo como el establecimiento
del vínculo con la/s figura/s significativa/s. En este momento del proceso, si
el niño no encuentra en el entorno el apoyo necesario frente a la necesidad
emergente, no contemplará su necesidad como propia sino como algo que le ocurre
al otro dentro de su campo relacional. De este modo, no reconocer como propia
su necesidad, impedirá al niño cambiar la situación, manipular el entorno y por
tanto, tener un adecuado desarrollo.
En aquellos casos en los que el niño no tenga el apoyo
adecuado, existirá el riesgo de en etapas ulteriores de su desarrollo esta
carencia se manifieste a través de ciertas patologías.
c) La retroflexión
Contemplada la retroflexión como una modalidad de
contacto y como la capacidad del niño para ir desarrollándose con el apoyo
de la/s figura/s significativa/s que le faciliten una independencia y una sana
autonomía, así como el estímulo en su exploración y manipulación del entorno.
A partir de este momento, los dos miembros de la díada
madre-hijo deberán aprender y co-construir la relación, diferenciando cuándo
el niño necesita pedir ayuda y cuándo puede actuar por sí mismo. Al mismo
tiempo se irá perfilando cuándo la madre puede ofrecerle su ayuda o cuando debe
inhibirse para facilitar al niño su autonomía.
3-Contacto final
La tercera fase del proceso madurativo de la relación en
la díada madre-hijo es la fase de contacto final.
Frente a la ansiedad del contacto final (angustia de
separación) y mediante el egotismo sano, el niño va a tener una seguridad
previa y necesaria antes de pasar a la experiencia del “nosotros” en la fase
de post-contacto.
4-Post-contacto
El post-contacto es la última fase del proceso de
contacto. En esta fase, la confluencia sana es el objetivo del
contacto y de la formación del vínculo de apego.
Cuando ya se han satisfecho las necesidades del bebé y
finaliza el intercambio del organismo (bebé) con el entorno (madre), surge un
período de retirada y de relajación en el que se hace posible la asimilación de
la experiencia.
La novedad de la experiencia relacional vivida en la
díada madre-hijo, es asimilada y es mediante la asimilación como la
nueva experiencia se integra permitiendo que el self realice una
expansión.
Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia
Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis y se
encuentra bajo una Licencia Creative
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Tomado de: http://www.gestalt-terapia.es/teoria-del-apego-y-terapia-gestalt/?subscribe=success#546
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